¿Estamos tomando decisiones responsables?: el impacto ambiental de la tecnología digital

27, agosto 2023

BORIS BERENZON

A medida que la tecnología se transforma y surgen nuevas alternativas históricas para aprovechar el entorno, también se toman decisiones que pueden tener un impacto significativo en el presente y el futuro. Desafortunadamente, los impactos no siempre son positivos, sobre todo cuando los criterios obedecen a intereses basados en beneficios económicos a corto plazo, preferencias políticas o cuando ignoran los problemas que pueden generar para el porvenir si no se toman en cuenta las variables suficientes. Esto es especialmente cierto cuando se trata del medioambiente.

Por desgracia, en la posmodernidad, todo lo referente a la protección medioambiental y la sostenibilidad se ha convertido en una especie de narrativa cliché o progresista, que más allá de una moda discursiva difícilmente es tomada en serio como prerrogativa para las políticas públicas y en las decisiones de producción de las grandes empresas. Si bien, a nivel internacional se han creado marcos regulatorios cada vez más estrictos para promover la sostenibilidad basada en los 17 Objetivos de la ONU, las coartadas para aprovechar las lagunas de la ley o actuar deliberadamente fuera de ella mantienen la devastación ambiental a un nivel preocupante. Los negacionistas del cambio climático siguen siendo muchos, y a pesar de que las pruebas son concisas científicamente en lo que refiere al aumento de las temperaturas mundiales y la pérdida de la biodiversidad, las acciones que se promueven distan de ser suficientes.

En parte, el problema prevalece porque las narrativas hegemónicas responsabilizan del cuidado medioambiental al individuo y dejan de lado las responsabilidades de las industrias en la producción tecnológica, la extracción de recursos y la comercialización de productos y servicios. Esto favorece conductas sin ética y fuera del compromiso con las generaciones futuras. La tecnología digital está cambiando rápidamente la lógica de la producción universal, tanto en la creación dispositivos como en el consumo de datos, ambas directrices que generan una huella ambiental importante a la que no se le ha prestado suficiente atención a nivel global, pues suelen ser los países en vías de desarrollo—como siempre—quienes cargan con las consecuencias ambientales de los países desarrollados.

La producción sostenible de dispositivos tecnológicos asociados al mundo digital está lejos de convertirse en una prerrogativa. A pesar de que desde la década de los setenta se ha producido una cantidad exorbitante de basura de componentes electrónicos que va a parar a los basureros asiáticos y latinoamericanos, y que tiene la capacidad de contaminar suelos y mantos acuíferos afectando la biodiversidad e incluso la salud humana; no se ha controlado la producción ni se ha impulsado lo suficiente la economía circular. El problema no es solamente la obsolescencia programada de los dispositivos que se convierten en basura, sino que además la producción implica un importante gasto energético y deja una huella de carbono significativa.

El mundo digital en sí mismo implica un incremento en la huella de carbono. El consumo energético de servidores y sistemas de almacenamiento de datos es significativo y en la mayoría de las ocasiones no se emplean fuentes de energía renovable. Una simple búsqueda en la red, guardar información en la nube, la minería de criptomonedas o el abuso en el consumo de contenido de streaming suponen impacto ambiental, sobre todo si consideramos la cantidad de personas llevando a cabo estas tareas de manera constante en todo el mundo. Modificar prácticas, modelos de producción energética y el uso eficiente de datos a través de mejores protocolos es fundamental. Se requiere tanto de normativas a nivel internacional como de divulgación de información que permita a los individuos presionar a la iniciativa privada para trabajar en favor de una industria digital responsable con el medio ambiente, tomando con seriedad el fomento de la economía circular y el uso de fuentes de energía limpia. El mundo digital está creciendo de manera inconmensurable, por lo que es indispensable tomar responsabilidad de sus efectos.