No obstante que México muestra estabilidad macroeconómica con inflación controlada, existe una confianza empresarial limitada por la incertidumbre regulatoria y política, hasta en el sector agro, al que el gobierno cada vez destina menos recursos, incluyendo el tema del agua.
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De ahí que, señala César Rafael Ocaña Romo, director de la firma NexusAgronegocios, la nueva geopolítica no ofrece certidumbre, pero va a premiar la confiabilidad, toda vez que para México, el camino “es un agro integrado a Norteamérica, con valor agregado, productividad hídrica, sanidad impecable y logística que no falle”.
“El país puede dejar de narrarse como riesgo y consolidarse como lo que ya es, proveedor necesario y confiable para Norteamérica”, aseveró, al tiempo que destacó que “el agua es la variable crítica: sequías golpean granos, frutas, hortalizas y ganado; el estrés hídrico aumenta y no existe aún una política pública para atender al campo comercial, por lo que la conclusión es clara: sin agua, no hay agro ni mercado posible”.
Destacó que el entorno político seguirá siendo incierto, con amagos arancelarios y disputas sectoriales. Pero sostiene que “el agro mexicano compite: cada ciclo exportador y cada cadena que cumple auditorías lo demuestra. El reto es profundizar esa normalidad competitiva”, dijo Ocaña Romo.
De acuerdo con cifras de INEGI, el Producto Interno Bruto (PIB) en 2024 ascendió a 35.3 billones de pesos. El sector primario aportó 4.4%, el secundario 33.3% y el terciario 62.3%.
Lo relevante, remarcó Ocaña Romo, es que el PIB agroalimentario —primario, transformación y servicios asociados—, representa 14.3%, equivalente a cinco billones de pesos, poco más del 50% del monto asignado para 2025 al Presupuesto de Egresos de la Federación.
Precisó que el Presupuesto de Egresos de la Federación 2025 asciende a 9.1 billones, pero alrededor del 70% está comprometido en gasto corriente, participaciones y pensiones. El margen real de inversión gira en torno al 25%, lo que limita las áreas fundamentales de infraestructura, innovación y estímulos productivos.
Para el 2026, el gasto neto crecerá a 10.19 billones de pesos (+12% respecto a 2025). El reparto sectorial mantiene contrastes: mientras a Energía prácticamente se le duplica recursos, la función de Agricultura y Desarrollo Rural apenas aumenta 0.9% y Comisión Nacional del Agua (Conagua) incluso retrocede 1.16%.
Asimismo, observó que la concentración territorial agrava los contrastes, toda vez que Cuatro entidades —CDMX, Estado de México, Jalisco y Nuevo León— generan 40% del PIB, y el resto queda en 28 entidades, las cuales operan con menor inversión e infraestructura. “En este mapa, las regiones agroexportadoras funcionan como islas de competitividad y hay que fomentarlas”, aseveró.
Por otro lado, el experto en agronegocios explicó que el agro enfrenta las fricciones de la nueva geopolítica global: aranceles al tomate, frutas y hortalizas, cierres sanitarios al ganado, suspensión a exportación del aguacate por asuntos de seguridad y disputas por restricciones de México al maíz transgénico y glifosato.
Actualmente, los temas de migración y fentanilo actúan como paraguas de seguridad, que combina medidas arancelarias, migratorias y regulatorias en un mismo paquete.
Por ello, sostiene, la dinámica del comercio global ya no gira en torno a la eficiencia, sino a seguridad, energía, alimentos y tecnología.
“Este giro expone los puntos de presión entre México y Estados Unidos. La tentación es verlo como amenaza; la habilidad será afrontarlo como oportunidad. El agro mexicano está en el centro de ese tablero”, detalló.
Ocaña Romo se refirió a la situación de Estados Unidos, que importa por razones estructurales: costos, estacionalidad, mano de obra, presión ambiental, riesgos climáticos y concentración en insumos y distribución.
“Esto abre ventanas temporales donde México, por cercanía y experiencia exportadora, puede insertar oferta confiable de frutas y hortalizas, mientras complementa con importaciones de granos y otros productos”, señaló.
Mientras que el T-MEC, con reglas exigentes, enfrenta agendas sensibles en lo laboral, ambiental, sanitario y automotriz, por lo que “la política en Washington seguirá apuntando al déficit comercial, pero las cadenas que cumplen estándares y anticipan riesgos se mantienen; hoy, la consistencia define la permanencia”, puntualizó.
Pero la ventaja geográfica es estratégica y México puede consolidar un portafolio agropecuario toral que complemente ventanas productivas de Estados Unidos y Canadá, así como fortalecer la política pública al campo, generar empleo y desarrollo, observó César Rafael Ocaña, especialista en agronegocios.




