Inteligencia Artificial y educación: obstáculo vs oportunidad

20, agosto 2023

BORIS BERENZON 

Es cierto que el auge reciente de la Inteligencia Artificial ha puesto a propios y extraños a la expectativa en todo el mundo. Aunque mayoritariamente se le ha recibido bastante bien, sobre todo entre los más jóvenes, al presentar herramientas múltiples para facilitar tareas escolares y laborales; también ha encendido las alarmas entre los más escépticos en torno a los efectos que su uso podría tener en las capacidades de quienes la utilizan, concretamente, en temas referentes a la escritura, la investigación, la resolución de problemas, el uso de paqueterías de diseño, y otras destrezas que tradicionalmente suelen involucrar mucho más a las capacidades humanas.

El debate no debe desdeñarse, si bien, sí debemos ser cuidadosos de no tomar posturas dogmáticas o basadas en prejuicios y no en la evidencia. La discusión, aunque podría parecer nueva, no lo es tanto. A decir verdad, en otros momentos de la historia, el impacto de las tecnologías ha sido visto con recelo por ciertos grupos, pasó con la imprenta, a la que se achacaba eliminar el arte de la escritura manual y vulgarizar la cultura; la proliferación de las industrias, a quienes se acusaba de acabar con la producción artesanal y el buen gusto; o el uso generalizado de las computadoras a inicios del año dos mil, que eran mal vistas por promover la sobresimplificación de tareas que anteriormente requerían máquinas de escribir o contables. El temor a perder habilidades ante la implementación de las tecnologías parece estar inserto en nuestra conciencia, y visto en perspectiva, es cierto que los cambios implican pérdidas y ganancias.

La Inteligencia Artificial plantea retos para la educación, sobre todo si no se utiliza de manera ética. Si fuésemos estrictos, deberíamos admitir que el uso de internet y de los smartphones en las últimas décadas ya ha venido cimbrando la manera tradicional del proceso de enseñanza y aprendizaje, pues pone en manos de los estudiantes, herramientas que simplifican el trabajo—y muchas veces resultan ser más hábiles que sus profesores para encontrarlas—y los sumerge en mares de información difícil de seleccionar y comprender. El problema con el uso de la Inteligencia Artificial no se relaciona con lo que los alumnos puedan o no hacer con ella, sino con que los modelos educativos no sean capaces de adaptarse y explotar nuevos aprendizajes fortaleciendo el pensamiento crítico.

En la educación, el uso de la Inteligencia Artificial debe ir acompañado de conocimientos sobre los sesgos de los algoritmos, discernimiento sobre la calidad de los datos, habilidades para proteger la privacidad, herramientas para adaptarse a cambios rápidos y sostenidos, modelos alternativos de resolución de problemas que disminuyan la dependencia tecnológica o que permitan al estudiante conocer el proceso lógico que está detrás del trabajo de las IAs, la capacidad para plantear problemas complejos y sacar el mayor provecho de las aplicaciones empleando habilidades humanas, entre otros que en suma, produzcan saberes que permitan adaptarse a cambios—irreversibles—potencializando sus beneficios y sin afectar las aptitudes.

Por supuesto que lograrlo exige transformar no sólo los modelos y programas educativos, sino también trabajar con las resistencias de los profesores, quienes deben actualizarse e informarse para no verse rebasados por las nuevas tecnologías. La respuesta no está en encontrar maneras ingeniosas para descubrir a los alumnos que usan las aplicaciones de la IA, sino en cambiar el enfoque promoviendo el pensamiento crítico y suponiendo que van a utilizarlas. La IA puede plantear grandes beneficios para la educación si se le emplea de manera correcta: potencializa el aprendizaje colaborativo, permite adquirir nuevas habilidades lógicas, críticas y de procesamiento de información, permite mejorar la accesibilidad y es muy atractiva para aprender cosas nuevas; además, puede incentivar la creatividad. Parece ser que nuestro deber no es enfrentarnos a ella, sino aprender a utilizarla en nuestro favor y aprovechar sus beneficios para robustecer el uso de las capacidades humanas.