La capital del país, ¿Ciudad de derechos?

10, julio 2023

GABY SALIDO

La semana anterior preguntaban algunos vecinos:“¿Por qué dicen que vivimos en una ciudad de derechos, y que la Constitución de la Ciudad nos dio otros, si no los respetan?”

Tuve la oportunidad de escuchar las opiniones y argumentos -por cierto todos distintos- de los vecinos, quienes llegaron a una conclusión: El gobierno no hace su trabajo.

Recordemos que nuestras leyes son resultado de las batallas que la ciudadanía ha ganado, por eso se exige a la autoridad que los respete y garantice.

A cada derecho que la Ley reconoce, corresponde a la autoridad la obligación de garantizarlo. Pero, ¿Qué pasa si la propia autoridad no permite que se ejerzan?

Muchas veces se debe a servidores públicos en el ejercicio del poder, quienes por acción u omisión, impiden, afectan o limitan los derechos.

Si de características hablamos, la omisión se ha convertido en el sello distintivo de la actual gestión morenista.

Hay funcionarios que se escudan en la falta de facultades o presupuesto para no cumplir con sus obligaciones, pero hay otros que no se molestan en argumentar, solo esperan instrucciones.

Estoy convencida que se requiere vocación de servicio para ejercer funciones de autoridad, de lo contrario, las actitudes discrecionales afectan los derechos de las personas, mientras limitan la participación social.

La democracia no es solo en elecciones, debe estar presente por ejemplo: en decisiones del gobierno, en los consejos ciudadanos, o en el proceso legislativo.

Por eso, quienes vivimos en la CDMX, vemos letra muerta el derecho a la buena administración pública, y ocurre lo mismo en el Gobierno Federal, donde se olvidaron de la cartilla moral.

En vez de ejercer las funciones de manera transparente, con responsabilidad y sin sesgos, se han despreciado los espacios de participación ciudadana evitando a toda costa su integración, como pasó en el Consejo Ciudadano del Instituto de Planeación.

Vemos devaluada la imagen del servicio público, que se ha causado al colocar a quienes cegados de soberbia por la legitimidad del voto, se encumbran en el cargo y lo convierten en el trampolín personal y político de su carrera.

El resultado habla por sí solo: atención parcial y a destiempo, incumplimiento de obligaciones, información incompleta o contradictoria, reducción del presupuesto y ejercicio de funciones opaco y discrecional.

A eso se suma la confabulación de Morena y sus aliados, distribuidos en los niveles de gobierno, con la intención de desmantelar las instituciones que protegen nuestros derechos, y continuar en la opacidad.

Sin tener consecuencias para los responsables, estamos pagando muy caro la mal llamada 4T. El costo, es con cargo a la democracia, heredada por los mexicanos que dieron su sangre y su vida para construir el país que hoy tenemos.