No fue la semana que creyó Andrés Manuel López Obrador.
La consulta para revocación de mandato no resultó lo que esperaba, porque no alcanzó su voto duro, 16 millones, que ha tenido desde 2006, aunque el 91.86 por ciento de los obtenidos el domingo haya sido a favor de que continúe.
Porque en 2018 sumó 31.1 millones.
Así, con matemáticas básicas, perdió unos 15 millones.
Es un fracaso por todas las triquiñuelas, trampas e ilegalidades que se cometieron por parte de los funcionarios del gobierno federal para sumar, incluidos el secretario de Gobernación, Adán Augusto López Hernández, y, por supuesto, el dirigente del partido, Mario Delgado Carrillo, quien hasta acarreó el domingo a leales en una camioneta.
Y no sólo por eso, sino porque Movimiento Regeneración Nacional (Morena), el partido que inventó y administra el tabasqueño, gobierna en 16 estados y en la Ciudad de México, lo que significa que el acarreo y el relleno de urnas no funcionó.
Y que tampoco fueron factor los 500 mil millones de pesos que regala al año en pensiones para adultos mayores, jóvenes sin empleo, madres solteras, alumnos, estudiantes y desempleados.
Si se suman todos esos apoyos, que se traducen en votos, el fracaso es innegable.
Aunque, como argumenta el mismo Andrés Manuel, se hayan instalado sólo 57 mil casillas, comparadas con las 156 mil de 2018.
Y, como ha dicho siempre, el culpable es el Instituto Nacional Electoral (INE), pese a que le negaron los 3.8 mil millones de pesos que pedía para llevar a cabo el proceso.
Los mil 500 millones de pesos que sacó de su presupuesto le alcanzaron para eso.
Claudia Sheinbaum Pardo, jefa de gobierno de la Ciudad de México (CDMX), le quedó mal a su promotor.
En la capirucha apenas consiguió 1.5 millones de votos, por los entre 3 y 4 millones que esperaban.
Un fracaso rotundo, similar al de la elección de 2021, cuando perdió nueve alcaldías ante la coalición Va por la CDMX, integrada por PRI, PAN y PRD.
Sheinbaum Pardo todavía presumió ayer que fueron más votos para López Obrador que los del PAN en esa elección.
-Fueron un millón 325 mil votos para el presidente Andrés Manuel López Obrador, por 1 millón 026 mil 856 del PAN en 2021 para diputados federales. Ricardo Anaya tuvo, con todas las casillas, elección constitucional, en el 2018, 1 millón 292 mil 623, dijo.
Obvio, se tiró a matar contra el INE, tal como su jefe, quien lo acusó de impedir el buen desarrollo del proceso.
De boicotearle.
Ciro Murayama y Lorenzo Córdova, los meros meros del instituto, reviraron:
-Al INE no se le cae el sistema -en alusión a la caída de 1988- y quien boicoteó la consulta fue quien no entregó los recursos, coincidieron.
Los números finales indican 17.7 por ciento de participación, de 92.8 millones de inscritos en la Lista Nominal, lejos 22.3 puntos del 40 por ciento necesario para que el resultado fuese vinculante.
Un millón 63 mil para que concluyera su gobierno anticipadamente, por 15 millones 159 mil 323 para que continúe.
¿Y de éstos, cuántos son producto de rellenar urnas, del acarreo y de obligar a los becados a acudir a votar?
Por primera vez lo dijo así de claro
Andrés Manuel reconoció ayer que está muy complicado que se apruebe su reforma eléctrica en el Congreso, porque se necesita mayoría calificada y Morena no la tiene.
Y se refugió en el fallo de la Suprema Corte sobre la constitucionalidad de su ley eléctrica. Dice que eso ya sirve mucho, aunque anuncia reforma minera.
Que para proteger el litio.
Son las dos terceras partes de los presentes en el Salón de plenos.
Por eso el PRI, el PAN y el PRD llegaron por la tarde con maletas.
Iban a dormir en San Lázaro para evitar sorpresas, como bloqueos o filtros de los morenistas.
Ahí andaba Alejandro Moreno Cárdenas, al frente de los priístas.
Y, aprobada en comisiones, los subordinados de López Obrador la enviaron hasta el domingo próximo.
A ver si no salen con una marrullería.
O sea que lo bloqueen.
Vámonos:
La Secretaría de Turismo espera que Semana Santa impulse al sector.
Lo necesita México.
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