Claudia Corichi
Ha concluido la X Cumbre de líderes de América del Norte con una lista de buenas intenciones como es costumbre en este tipo de encuentros sobre migración, cambio climático, economía e integración regional. Cabe recordar que la cumbre no se realizó por cinco años, durante la administración Trump. Los mandatarios de México, Estados Unidos y Canadá de alguna manera comparten el diagnóstico, pero no las vías para solucionar los grandes desafíos comunes. Ninguno de ellos es de derechas, son progresistas y ello impulsará una agenda venidera con frutos para los tres países.
No obstante, desde noviembre de 2018 cuando apareció la masiva caravana de migrantes provenientes de Centroamérica cruzando el Suchiate, México no ha logrado diseñar una política de integración y de seguridad para los que transitan por su territorio. En octubre Estados Unidos aceptó la llegada de 24 mil venezolanos y hace una semana de 30 mil personas originarias de Cuba, Haití y Nicaragua, siempre y cuando no hayan cruzado por la frontera con México pues serán devueltos. Amnistía Internacional y otras organizaciones de sociedad civil han pedido a los tres países humanizar la migración y dar prioridad a los Derechos Humanos de las personas.
Respecto al cambio climático, también difieren las visiones. Estados Unidos y Canadá presentaron en julio una denuncia contra su socio comercial por violar presuntamente diversos capítulos del T-MEC en el sector energético, un tema que acertadamente se dejó de lado en la Cumbre. El gobierno mexicano ha presentado como atenuante el “Plan Sonora” que propone la transición energética para dar impulso a fuentes renovables.
El 79% de nuestras exportaciones se dirigen al vecino del norte, pero entre enero y noviembre de 2022 se ubicó como su segundo socio comercial superado por Canadá. Desde la entrada en vigor del TLC en 1994, México comenzó su propio Mexit de América Latina, que supuso un alejamiento de sus vecinos centroamericanos y del resto de naciones del Cono Sur con quienes tiene indisolubles vínculos históricos, no comerciales.
Por más esfuerzos y guiños que se hacen, Centro y Sudamérica saben que priman los intereses geoestratégicos de México con las dos potencias de la región, algo inevitable debido a la vecindad y a la solución conjunta que debe darse a problemas como el tráfico de drogas y de personas. Con sus múltiples diferencias, Europa logró construir consensos entre 27 naciones los últimos 70 años.
Sería deseable que los acuerdos que alcancen los tres socios, que garanticen prosperidad y desarrollo, estén siempre por encima de las naturales diferencias y pongan en el centro el bienestar de los pueblos.
@ClauCorichi