GERSON HERNÁNDEZ MECALCO
El INEGI informa que en Acapulco de Juárez hay casi 800 mil habitantes (52.3% mujeres y 47.7% hombres). Ese puerto del Pacífico mexicano concentra una población joven. La suma de cinco a 19 años es de más de 195 mil habitantes. Las consecuencias del huracán Otis, hace más de una semana, generó problemas económicos, de seguridad y políticos; pero sobre todo psicológicos y comunicacionales. Me explico…
En 1943 un psicólogo norteamericano especialista en la corriente humanista propuso una teoría, que con los años llevó honor de su apellido, y que sigue siendo utilizada para explicar fenómenos sociales. La Pirámide de Maslow de Abraham Maslow propone que los seres humanos tenemos una jerarquía de necesidades y argumenta que conforme “se satisfacen las necesidades más básicas, los seres humanos desarrollamos necesidades y deseos más elevados”. Esta pirámide está conformada por cinco escalones relacionados con la autorrealización, trabajo, comida asegurada y un entorno social que nos acepte. Pero mejor vamos por partes:
1.- Necesidades fisiológicas como beber, comer y dormir. Son nuestros instintos más básicos y prácticamente todo el mundo, en nuestra sociedad occidental, tiene cubierto ese escalón. De acuerdo con la FAO, “al menos un tercio del alimento que se produce en México se desperdicia, lo que equivale a 57 toneladas por minuto”. En Acapulco sus 800 mil habitantes desde hace varios días, y no sabemos en cuánto tiempo, no pueden satisfacer sus toneladas de comida al día, litros de agua o alguna bebida; ni sus horas de sueño. Se estima que no tendrán los 54.8 pesos, en promedio, al día que necesitan para alimentarse (Coneval).
2. Sensaciones de seguridad. Responde a una necesidad para trabajar, de tener recursos económicos mínimos, para poder socializar. Esta teoría plantea que una persona que no trabaja se siente vulnerable. Más del 60 por ciento de los acapulqueños se dedica al turismo. Esto significa que no cuentan con los recursos económicos para sentirse seguros.
3. Necesidades sociales. Podemos entenderlo como emociones como el amor, la amistad y la familia. “Si tenemos amigos que nos cuidan, una familia que nos arropa, un entorno laboral respetuoso y agradable, poseemos nuestras necesidades de afiliación cubiertas y probablemente las damos por sentadas de forma inconsciente”. La destrucción generada por el huracán fracturó estas emociones, debido a los más de 46 muertos (al 31 de octubre), desaparecidos e incuantificables pérdidas económicas lastimaron estos escalones.
4. La necesidad de ser apreciado y respetado. Se entiende como desarrollo personal más avanzado, en el cual buscamos algo más que el simple hecho de tener nuestras necesidades materiales cubiertas. Son todo tipo de necesidades de reconocimiento social. En Acapulco, no hay estimación real del número de hogares que registran pérdida total, así como de automóviles; y no se diga de la destrucción de escuelas; centros donde muchos guerrerenses, a través de la educación sobresalen, gracias a su talento y la combinación con la cultura del esfuerzo, y no del privilegio.
5. Auto-realización. Es el desarrollo de las necesidades internas, el desarrollo espiritual, moral, la búsqueda de una misión en la vida, el trabajo y la ayuda desinteresada hacia los demás. Muchas iglesias, asilos, centros contra adicciones y alcoholismo fueron destruidos; sus consecuencias no sabemos hasta dónde llegarán.
Algunas conclusiones son que las y los guerrerenses viven un huracán emocional en estos cinco rubros. Dicen los que saben que a medida que el ser humano evoluciona, sacia sus necesidades que se encuentran de abajo hacia arriba; de las básicas y así va creando nuevas necesidades y deseos. El huracán fracturó esta pirámide y por lo que se observa, serán los ciudadanos quienes se encarguen de barnizar esas fracturas. Al tiempo.
Comunicólogo político, académico de la FCPyS UNAM y Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco