RICARDO MONREAL

El 27 de agosto concluimos los recorridos que hicimos por todo el país en el marco de la selección de la coordinadora o del coordinador nacional de los Comités de Defensa de la Cuarta Transformación. En mi caso, elegí cerrar en la Plaza de las Tres Culturas, por su simbolismo y por varias de sus aristas. Por una parte, es un espacio en donde conviven los restos de la ciudad México-Tlatelolco, el templo de Santiago y edificios que representan la urbanización y modernidad del siglo XX. Refleja el mosaico nacional observado estas semanas en más de 150 municipios y 100 asambleas informativas. Agradezco a todas las personas que me acompañaron en cada tramo de este camino.

Por otro lado, la Plaza también es símbolo de la lucha democrática que empezó en México hace 55 años. Nos recuerda que no contábamos con las instituciones para garantizar la participación de la sociedad, lo que en su momento se tradujo en acciones represivas y violentas por parte del Estado contra jóvenes. Somos herederos y participantes de aquel movimiento estudiantil. Tampoco podemos olvidar que Tlatelolco fue semilla de la solidaridad del pueblo mexicano cuando más lo necesitaba, ante la tragedia ocasionada por el terremoto de 1985 en la Ciudad de México.

La lucha por la democracia plena continúa, no ha concluido. Coincido con algunas voces teóricas que señalan que el desempeño de los regímenes políticos se debe medir por la atención de las necesidades sociales y la generación de condiciones de equidad, y no sólo por los elementos —indispensables— de construir instituciones sólidas, llevar a cabo comicios libres y periódicos para elegir a quienes nos representen, asegurar una transición pacífica del poder, mantener la división de funciones y contar con poderes responsables y autónomos.

En esta administración avanzamos con paso firme para sentar las bases de la Cuarta Transformación en el país y acompañamos al presidente Andrés Manuel López Obrador a establecer un estado de bienestar. Los cambios sociales en este gobierno se tradujeron en la salida de nueve millones de personas de la situación de pobreza, tal como lo reportó el CONEVAL hace unas semanas. También tenemos fundamentos macroeconómicos sólidos y superamos los efectos adversos de la pandemia de COVID-19. Vivimos, en general, en un estado de paz y un Estado de derecho.

Durante estos años, en el Legislativo logramos avalar 40 reformas a la Carta Magna, 60 nuevas leyes y 140 instrumentos internacionales, que fijan las bases de la 4T. En el Senado conseguimos aprobar por unanimidad el 80 % de las leyes que hacen realidad la transformación de México. Compartimos la noción de que el pluralismo es la base de todo Estado democrático.

En los recorridos pude conocer de primera mano el apremio de las familias por tener mayor seguridad en sus comunidades, por ello sé que hay tareas pendientes y avances que será necesario consolidar en los próximos años. También debemos garantizar a plenitud que todas las personas puedan tener acceso a servicios de salud y educación de calidad, así como prestar atención a los agricultores, ganaderos y pescadores. Como lo he señalado en otros momentos, el campo no es un problema, sino una solución. Igualmente, habremos de seguir respondiendo a desafíos como el cambio climático y aprovechar el uso de las nuevas tecnologías.

En mi camino como político y legislador aprendí —y sigo constatando— que el diálogo es un instrumento fundamental para el quehacer público, para generar consensos y gobernar. Estamos en un periodo de espera para conocer los resultados del proceso interno de MORENA; será importante mantener la unidad, apoyarnos y resolver las diferencias, así seremos más fuertes y apuntalaremos el proyecto de nación que privilegia el bienestar social. El que viene no es un momento para individuos, sino para agruparnos en torno a la propuesta política de transformación.

Nuestro esfuerzo deberá ser a favor de la gente, esto significa actuar colectivamente para el bien común. La idea de unidad entre quienes aspiramos a conducir los trabajos de la Cuarta Transformación enviará una señal poderosa a un México que padece la distancia y el rechazo entre grupos sociales; será fundamental en los próximos meses para completar el sueño de una nación más justa, próspera y equitativa.

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