Después de casi tres años de pleito con Layda Sansores, la Suprema Corte le dio la razón a Ricardo Monreal: la gobernadora violó su privacidad al difundir audios comprometedores. El diputado dijo que no quiere profundizar diferencias ni alimentar rencores en Morena. Pero mientras declaraba prudencia, su equipo inflaba en redes mensajes celebrando la sentencia como un triunfo moral. Cuentas anónimas repetían que “Monreal venció la calumnia” y “Layda quedó exhibida“. No quiere pleito, pero siembra el encono. En el fondo, su victoria judicial también es su campaña política: nada como victimizarse para recordar quién manda.
Presión
Luego de anunciar una iniciativa para prohibir la venta de bebidas energizantes a menores de edad, los teléfonos del coordinador de los diputados de Morena, el mismo Ricardo Monreal, empezaron a sonar insistentemente, como él mismo relató. Explicó que cabilderos, incluyendo los de una poderosa empresa refresquera, le pidieron de inmediato reunirse con él y le advirtieron que su propuesta está muy exagerada. Frente al lobby de los cabilderos, el morenista aseguró que se va a sostener y no la va a retirar, aunque aseveró que está dispuesto a recibirlos y explicarles su propuesta.
Defensa
Ante las críticas que se han registrado por la negativa de abrir una investigación por la profusa difusión de acordeones antes y durante las elecciones judiciales del 1 de junio, el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación defendió la decisión de cuatro de los cinco magistrados y aseguró que se apegó a la ley para tomar esta determinación. Señaló que hay una línea jurisprudencial que obliga a la autoridad administrativa, en este caso el INE, a declarar improcedente aquellas denuncias que no contengan los elementos mínimos para poder iniciar una investigación. Es decir, la queja no expresó en ningún momento las circunstancias de tiempo, modo y lugar, ni los sujetos responsables, que habrían conformado los hechos infractores. Se van a morir con la suya, pues.
Freno
Claudia Sheinbaum parece haber aprendido que pelear con presidentes -con o sin razón-, ya sea en discursos, conferencias o redes sociales, sólo complica las cosas. Tras el desliz de su “supersecretario“, Omar García Harfuch, quien confundió a unos salvadoreños con narcos mexicanos, Nayib Bukele exigió una aclaración. Pero ayer, la mandataria optó por la vía zen: no dijo nada nuevo, sólo que su funcionario “ya lo había aclarado”. Aunque desde El Salvador seguían esperando un deslinde formal, ella prefirió no politizar ni polemizar. Lección aprendida: mientras menos hables, menos se incendia.
Echada pa’lante
Alessandra Rojo de la Vega aún no cumple un año como alcaldesa y ya parece estar en campaña para 2030. Primero lanzó una especie de “resistencia” contra el oficialismo, con deadline incluido (31 de agosto, apúntele bien), para que la oposición reviva como el ave fénix. Y ahora presenta el Atlas Cuauhtémoc, una propuesta con diagnóstico, evidencia y desarrollo integral -¿qué político no ama esas palabras?-. Lo hizo acompañada de Jorge Romero, Santiago Taboada, Mauricio Tabe y toda la pandilla panista. Ah, y quiere que el predial se quede en su alcaldía y promete hacer en tres años lo que no se hizo en treinta. ¿Será?



