Una forma de honrar y recordar a los seres queridos que ya fallecieron es a través de las ofrendas, la cuales tienen un sello particular dependiendo de la región, ya que son consideradas un acto de amor y respeto hacia los difuntos, una forma de invitarlos a “regresar” al mundo de los vivos para compartir un momento especial con sus familias y amigos, principalmente el 1 y 2 de noviembre.

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La ofrenda contiene diversos elementos cargados de simbolismo, cada uno con un propósito específico para guiar, honrar y alegrar a los espíritus que visitan. Por ejemplo, en la Casa de Cultura de San Mateo Jalpa, en la Alcaldía Xochimilco, se ha montado una ofrenda donde el recuerdo de los niños se celebre con los elementos tradicionales mexicanos que los acompañaban en la vida: el trompo, el balero, las canicas y figuras de cartonería, recreando un ambiente de juego y alegría que los invita a “regresar”.

Entre los elementos simbólicos de esta ofrenda destaca la presencia de colibríes, reconocidos como mensajeros del inframundo. Cada detalle de la ofrenda evoca algo, el papel picado que representa el aire, los vasos de agua, el pan y la fruta que simbolizan la tierra, y el aroma de guayabas, limones y naranjas que perfuman el altar. Veladoras iluminan el camino de regreso, mientras el incienso purifica el espacio y la sal protege a los espíritus en su viaje. En el centro de la ofrenda se encuentra una imagen especial, el “Niño del Pueblo”, venerado en la comunidad.

Otro espacio dentro de la Casa de Cultura está dedicado a Felipe Carrillo Puerto, en conmemoración de su legado a 100 años de su fallecimiento. Es un espacio de encuentro donde la muerte se celebra con respeto, alegría y un profundo cariño, a través del arte y elementos tradicionales.