Próximas elecciones podrían ser las de mayor violencia en el país

6, septiembre 2023

AIDA RAMÍREZ

Foto: Romina Solis / El Sol de México

Si el gobierno federal no ha podido con la violencia que se vive día a día en el país, ni con la electoral que se observó hace tres años, casi se ve imposible que pueda hacer algo en los comicios más grandes que ha vivido el país, en 2024.

Esto, cuando se elige al Presidente de la República, a los senadores y diputados federales; se renuevan nueve gubernaturas, así como 30 congresos estatales y también hay elecciones de gobiernos municipales o alcaldías en 30 entidades.

Así lo señala Carlos Juárez Cruz, director para México del Instituto para la Economía y la Paz -centro de investigación global con sede en Sidney, Australia-, al hablar sobre la crisis de sangre, de inseguridad que se vive en el país, porque no es solamente “la delincuencia organizada, la corrupción, no es solamente la falla del modelo educativo que va agudizando desigualdades socioeconómicas”.

Habla también que ante la corrupción, el crimen organizado ya ha puesto a sus candidatos en presidencias municipales como en el estado de Guerrero, acusa, y no descarta que lo mismo ya empiece a pasar en Chiapas.

Por lo que “si queremos revertirlo, todo eso tiene que cambiar, mejorando la calidad de la impartición de justicia, que políticas públicas vayan focalizadas hacia jóvenes que están en mayor riesgo de conductas delincuenciales. Un sistema educativo que responda a la crisis que vive el país”.

Todo eso se podría hacer si los ciudadanos demandan en los próximos tiempos de campaña, como los principales problemas a resolver.

 

Capitalizan políticos crisis de legitimidad

En entrevista con Ovaciones, afirma que en los últimos años, en el Índice Global que elabora el Instituto, se ha observado que las manifestaciones públicas como bloqueos, huelgas, paros, protestas sociales que pueden ser violentas o pacíficas, han aumentado un 270 por ciento en la última década, “lo que dice que hay una crisis de legitimidad, de representación.

“La gente no está contenta con la forma en que estamos siendo representados por las autoridades y eso se capitaliza desde los liderazgos políticos polarizando a la gente. Se vio con Donald Trump, Jair Bolsonaro, Hugo Chávez. Los liderazgos políticos capitalizan el enojo social para sus propios beneficios electorales”, afirma.

Pero además Juárez Cruz agrega que “el hecho de que tengamos malos gobierno, gobiernos que no nos satisfacen nos vuelven vulnerables a la polarización”.

Advierte que en las últimas mediciones de indicadores que ha hecho el Instituto respecto a México, se sabe que “lo más débil es gobierno y corrupción. Y toda la investigación estadística dice que cuando empeoran la corrupción y gobierno es una puerta, un zaguán abierto para que lleguen grupos de delincuencia organizada y se despachen y crezcan y florezcan, es tierra fértil”.

El también académico, sostiene que la violencia es como una enfermedad que se debe estudiar para saber cuáles son los factores de riesgo de propalación, y en ese sentido ejemplificó el hecho de que un estado como Aguascalientes no se haya “contagiado” de violencia estando tan cerca de estados convulsionados pero con una dinámica económica tan importante como Zacatecas o Guanajuato; “¿qué están haciendo?, ¿qué se ha hecho antes?, pero también hay que ver cómo se va deteriorando, ahí están las respuestas”

Por el contrario, comenta que cuando se ven situaciones de violencia como ahora sucede en Chiapas, “que desde enero da destellos, ya sabemos, lo que sigue es esto y lo otro, y que en dos periodos electorales (las organizaciones criminales) van a estar poniendo candidatos y en tres van a estar teniendo presidentes municipales como (pasa ya) en Guerrero.

“Ya nos la sabemos, hay que prevenirlo, para eso sirve esta información. Pero nosotros no somos gobiernos, no tenemos todo el aparato para contener. Pero nada más hay que llegar por llegar al poder, hacer un supuesto cambio”.

 

Paz positiva, paz negativa

En el Índice de Paz México que cada año, desde hace 10, lleva a cabo el Instituto, se define a la paz positiva como las actitudes, instituciones y estructuras que crean y sostienen sociedades pacíficas, y los mismos factores “conducen a muchos otros resultados socioeconómicos deseables.

Y se sustenta en ocho pilares: buen funcionamiento del gobierno, entorno empresarial sólido, distribución equitativa de los recursos, aceptación de los derechos de los demás, buenas relaciones con los vecinos, libre flujo de información, altos niveles de capital humano y, bajos niveles de corrupción.

Pero también existe la paz negativa, que es la ausencia de violencia o de miedo a la violencia.

México se ubica, en el Índice de Paz Global, con una categoría de paz positiva “medio”, está en el lugar 85 de 163 naciones, mientras que en la clasificación regional México ocupa el sexto lugar, en donde el primer lo ocupa Costa Rica -que en el global está en el lugar 36-, y Haití ocupa el décimo segundo lugar, -en el global está en el lugar 153.

 

Vamos 16 años tarde para resolver la violencia

Comenta que desde hace varios años, en cada encuesta que se aplica para diagnosticar los problemas del país coinciden que los principales de México son la violencia, la inseguridad, la corrupción y la mala economía o falta de empleos.

Sin embargo, señala que no son problemas que se estén estudiando, porque no se tienen carreras sobre combate a la corrupción, ni sobre ética, “no son temas que se aborde desde la educación, no tenemos especialistas o violentólogos”, gente que estudien temas de paz.

“Van aumentando estudios sobre temas de paz, pero va muy lento, vamos 16 años tarde ya, la crisis lleva 16, 17 años. No hemos entendido las dinámicas ni la naturaleza de las violencias”.

Recuerda que en las escuelas, al que se porta mal lo pasan para atrás, y si sigue portándose mal, se va expulsado. “A dónde se va a ir -ese muchacho-, a dónde va a trabajar. Se requiere un modelo que diga: a los que se portan mal los quiero más cerca, aquí, más tiempo, más atención, más seguimiento, porque ya sabemos, entendimos que este muchacho va a ser el próximo sicario, si lo soltamos.

“Imagina un Estado que vaya tomando a un joven desde la escuela, lo cambia de mano y lo cuida en la casa en donde también se apoya a las familias, y el Estado lo entrega al sistema laboral para que lo haga productivo, eso es lo que tendríamos que estar viendo y estamos muy lejos”.