¿Qué dijeron los mexicanos a su iglesia? (1)

4, diciembre 2022

FELIPE ARIZMENDI

Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

En la mayoría de las parroquias mexicanas, durante este año y el anterior, se realizó una consulta abierta sobre cómo perciben que la Iglesia camina junto con el pueblo, y qué sugieren para que mejoremos nuestra vida y nuestra pastoral. De las 79 diócesis que hay en el país, en 75 se hizo esta consulta, como se dice en la síntesis nacional que se envió a Roma en orden al Sínodo mundial de obispos convocado por el Papa. En dicho informe se afirma que “hubo reuniones presenciales a varios niveles, una amplia consulta usando metodologías mixtas o híbridas. Unos realizaron ejercicios amplios con participación de cientos y hasta varios miles de personas; otras consultas fueron reducidas en número. Los participantes en la consulta fueron agentes de pastoral entre obispos, sacerdotes, religiosas, religiosos, laicas, laicos, predominando las mujeres (55% aprox.). Las personas consultadas viven predominantemente en medianas y grandes ciudades; la mayor parte está entre los 35 y 65 años”.

Textualmente se dice: “Debemos tomar ejemplo de algunas de las diócesis que, en este proceso de escucha, hicieron un esfuerzo importante por incluir a hermanos en condición de pobreza (que en México equivale a más de la mitad de la población, es decir, cerca de sesenta millones de personas); a los adultos mayores y los jóvenes; a divorciados vueltos a casar y parejas que viven en unión libre; a madres y padres solteros; a familias disfuncionales; a los que han sufrido experiencias negativas de abuso sexual; a colectivos minoritarios (LGBT y otros); a víctimas en general de secuestros y desapariciones forzadas; a maestros y capacitadores; a periodistas y comunicadores; industriales y comerciantes; policías y soldados; políticos y profesionistas; discapacitados, adictos, migrantes, indígenas, indigentes”. 

Con toda claridad dijeron: “Los espacios de escucha promovidos por la Iglesia a partir de la pandemia nos han ayudado a constatar la presencia generalizada de sentimientos de tristeza, soledad, desesperación, angustia, cansancio, depresión, incertidumbre, miedo, dolor, confusión y vulnerabilidad. Todo esto ha afectado de manera importante a las familias, a los niños, jóvenes y ancianos, sobre todo en zonas pobres que, por ser tales, se convierten casi naturalmente en expulsoras de jóvenes, de migrantes y de desempleados, en donde crece la desolación.

Tomamos conciencia los obispos que hemos escuchado poco o nada a los alejados, a niños, adolescentes, jóvenes, a personas en condición de calle, a homosexuales, mujeres violentadas, empresarios y políticos, comunicadores y profesionistas en general. Poco a poco, en un éxodo silencioso, éstos se alejan de la práctica sacramental, aunque se sigan autodesignando católicos en los censos poblacionales”.

DISCERNIR

En el mismo informe, se relata: “Nosotros obispos y todo el Pueblo de Dios sentimos el llamado a abrirnos, a salir, a encontrarnos con otros, a establecer un diálogo fraterno y cuidadoso con todos, a mostrar calidez en las relaciones humanas, a tratar a los demás como Jesús los trataría, lejos de intereses utilitaristas, más bien para servirlos con el don del amor recibido en Cristo Jesús”. 

ACTUAR

Obispos, sacerdotes, religiosas, catequistas y demás agentes de pastoral, estemos abiertos a lo que el Espíritu Santo nos dice a través del Pueblo de Dios, y con humildad aceptemos sus reclamos y exigencias. Convirtámonos, para ser la Iglesia que Jesús quiere.