Quiere rehacer el tejido estudiantil en la UNAM

9, noviembre 2023

AIDA RAMÍREZ

Foto: Aracely Martínez / OVACIONES

Desde hace más de 20 años, la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) tuvo un punto de quiebre, principalmente en lo que se refiere al tejido estudiantil, la base principal de la existencia de la máxima casa de estudios, “los alumnos están más preocupados por verse en las redes sociales que por ver los problemas sociales”.

 

A ello se suma la situación que prevalece en la base laboral donde más que cambios en contratos de trabajo, se debe cambiar de actitud; los “bloques negros” que llegaron del sexenio pasado para quedarse; la falta de apoyo a la ciencia y la tecnología.

En todo ello está más que dispuesto a trabajar Luis Agustín Álvarez Icaza Longoria, aspirante a suceder a Enrique Grauer Wiechers, al frente de la rectoría de la UNAM, y poner de nueva cuenta a “los estudiantes al centro” del trabajo que debe hacer la Universidad en adelante, dice en una plática con Ovaciones.

Universitario de corazón, pues estudia en la UNAM desde la preparatoria, el doctor en Ingeniería consideró desde el inicio de este proceso de elección del nuevo rector, tener la oportunidad para participar, luego de que Enrique Grauer no se postuló para un segundo periodo.

 

LEE TAMBIÉN: Demanda el rector Graue respeto a la autonomía en el proceso de sucesión

 

En medio del proceso de selección que lleva a cabo la Junta de Gobierno de la UNAM, ya que el 17 de noviembre quien sea designado deberá tomar la batuta, de las 10 personas que quedaron en la lista, cinco pertenecen al equipo de trabajo de Graue Wiechers, por lo que saben de lo que tratan “las tripas” de la segunda universidad sobresaliente de América Latina, con alrededor de 450 mil empleados, docentes y estudiantes.

Álvarez Icaza Longoria, actualmente secretario administrativo de la UNAM, así como investigador de la Facultad de Ingeniería habla de las situaciones que hay que afrontar y que, “como pasa en todo el país, la incidencia de los problemas sociales dentro de la universidad, pues tiene mucho tiempo de ser una caja de resonancia, en donde se anticipan las respuestas sociales a algunas problemáticas, como las de violencia de género”.

Y en ese sentido, en la sala de juntas del quinto piso de Rectoría, aseguró que la UNAM es probablemente la institución más proactiva en este tipo de asuntos que son sensibles para las comunidades estudiantiles, se están atendiendo, hay trabajo que hacer y se ha invertido una parte importante en la transformación del marco normativo y mayor velocidad de respuesta.

Señaló que hay casos en particular que implican a trabajadores administrativos o académicos con algunas restricciones impuestas por contratos colectivos de trabajo que “no permiten dar, en algunos casos, respuestas satisfactorias”.

Diálogo con sindicalizados

En ese tenor, señala que tras dialogar con los sindicalizados, se ha dado cuenta que no se requieren cambios en el papel, sino modificar la actitud, porque “la actitud sindical sigue siendo en casi todos los casos muy corporativa, esto es, que sindicatos defienden a sus afiliados sin importar lo que haya pasado”, garantizando siempre los pasos de un debido proceso y las sanciones sean conforme a la gravedad de la falta.

Por otro lado, considera muy complicado el manejo de las violencias, ya que algunos grupos de activistas “son muy violentos, por lo que hay que partir de fortalecer la comunidad estudiantil, la de maestros, pero también tenemos que aprender a poner límites en acciones que pasan de una protesta a acciones de destrucción, a lesionar derechos de terceros”.

A ello se suma el hecho de que en el nivel bachillerato, los adolescentes están sujetos a incertidumbres y presiones, y hay que tratar de equilibrar el deseo de protesta de los jóvenes con las afectaciones o no al derecho al estudio, “algo que a mí me preocupa, porque hay derecho a protestar, pero también derecho a estudiar”.

Por ello, confía que el fortalecimiento de las comunidades harán presión sobre los grupos minoritarios, con lo que se espera que se afecte más a la población universitaria.

“Una de las consecuencias que tuvimos en la Universidad después de la larga huelga de 1999-2000, fue un poco la disolución del tejido estudiantil que lo tenemos que reconstruir, que derivó en una comunidad frágil.

Entender a la juventud

“También la juventud ha cambiado, y parte de ello se debe a que la militancia muy participativa de los jóvenes que se dio hace 20 años ya no la tenemos ahora. Estamos en una sociedad más individual, más enfocada en las redes sociales que a mirarse en los problemas sociales, y eso también es un reto para comunicar e interesar a los jóvenes en su bienestar académico”, asegura el doctor en Ingeniería. Cuestionado sobre la posibilidad de que en Ciudad Universitaria se puedan presentar nuevamente las y los aspirantes presidenciales, como sucedió en otros tiempos, consideró difícil anticipar una situación así, aunque habría que evaluarla.

No obstante, señaló que el problema principal tiene que ver con el riesgo de una provocación que puede pasar en los eventos masivos, con los llamados “bloques negros” que llegaron en el sexenio pasado. Lo anterior agregó porque “de alguna forma por la idea de no represión hemos sido tolerantes, pero ésta llega a límites que no deben ser aceptables, como cuando se lesiona a un policía que está haciendo su trabajo. No encuentro la relación entre protesta y destrucción, protesta y lesión”.

En materia de seguridad, consideró que a la Universidad “no le va mal”, si se toma en cuenta que su población es similar a la de varias ciudades del país, por lo que además, no puede abstraerse de la problemática que hay en la Ciudad de México.

Relación con el gobierno

Tras una relación álgida de la UNAM con el presidente Andrés Manuel López Obrador, dijo que la Universidad decidió “no subirse al ring”, pero aseguró que la relación con el gobierno ha sido buena y espera que así siga hacia adelante, al seguir siendo una institución pública.