ARACELY MARTÍNEZ
Foto: Aracely Martínez/OVACIONES
Como ya es tradición, las calles de Talavera, Roldán, Venustiano Carranza y Alhóndiga en el Centro Histórico de la Ciudad de México se llenan de centenares de comerciantes dedicados a la reparación y venta de accesorios para el niño Dios para el 2 de febrero Día de la Candelaria.
Dentro del variado ajuar que ofrecen destaca uno: el Niño Cieguito de Puebla. Sus ojos rojos, su cabello largo y su pecho descubierto saltan a la vista, sus ojitos los lleva en la mano y lo cubre una especie de taparrabo rojo. La señora Vianey Callejas, cuenta que alguna persona en un pueblo entró a la iglesia para robar objetos de valor y cuando vio que los ojos del niño Jesús eran dos esmeraldas, lo arrancó de los brazos de la virgen y lo colocó en un costal junto a otros objetos robados.
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En su huida, el niño comenzó a llorar, el hombre desesperado por el llanto, le sacó los ojos para extraer las esmeraldas. Para su sorpresa, la imagen comenzó a derramar lágrimas de sangre y, asustado, la abandonó en un agujero.
Después de ser restaurado, las monjas Capuchinas decidieron no colocarle los ojos para respetar el milagro del llanto de sangre y lo nombraron Santo Niño Cieguito quien es venerado cada 2 de febrero en el templo de San Joaquín y Santa Ana en el estado de Puebla.
