Sheinbaum vs. nepotismo: la aspirina que no cura el cáncer

El nepotismo en México ha evolucionado de nombramientos familiares a dinastías políticas que controlan gobiernos, con apellidos heredados como títulos nobiliarios



En México, el nepotismo no es nuevo. Es una práctica recurrente en la política. Pero si hay una frase que lo define, es la que lanzó el expresidente López Portillo cuando incorporó un hijo en su gobierno: es el orgullo de mi nepotismo.

Desde entonces, el fenómeno se ha sofisticado. Ya no se trata solo de poner hijos en el gabinete, sino de construir auténticas dinastías políticas. Apellidos que se heredan como títulos nobiliarios, formando clanes que controlan estados, municipios y dependencias.

Por eso, cuando Claudia Sheinbaum presentó su reforma para prohibir el nepotismo electoral, algunos creyeron que era el primer golpe serio contra esa práctica. Pero al leer la letra chiquita, queda claro que esto no es una cirugía mayor, sino una aspirina para cubrir los síntomas.

La reforma constitucional impide que familiares directos de un funcionario sean candidatos al mismo cargo de elección popular. Pero tiene tres trampas: 

La primera, no impide saltar de un puesto a otro. Si un gobernador no puede imponer a su hijo o hermano como sucesor, sí puede hacerlo senador o diputado, dejando todo listo para el siguiente ciclo electoral.

La segunda, si la relación de pareja terminó hace más de tres años, no hay problema. Podrá participar en la elección. Y la tercera. Un familiar no puede ser candidato inmediato, pero sí en la siguiente contienda. Andy López Beltrán, hijo de AMLO, podrá competir en 2030 por la candidatura presidencial.

LOS CLANES ‘4T’

Morena dice querer acabar con las redes familiares en el poder, pero ellos mismos las encabezan.

Los Alcalde Luján.  Luisa María es presidenta de Morena; Bertha, fiscal de la CDMX; su madre, Bertha Elena, fundadora y consejera nacional del partido; su padre, Arturo Alcalde, asesor cercano en temas laborales.

Los Monreal. Ricardo es senador y líder de la bancada de Morena; Saúl, senador y aspirante a gobernador de Zacatecas. David ya gobierna el estado. 

Los Batres: Martí fue jefe de Gobierno y ahora es titular del ISSSTE; Lenia es ministra de la Corte; Valentina, diputada local en la CDMX.

Los Salgado: Félix, hoy senador; Evelyn, actual gobernadora de Guerrero.

Uno de los casos más interesantes será el de los Yunes en Veracruz. Como familia han estado en PRI y PAN, pero algunos han migrado a Morena en busca de poder y protección, como Miguel Ángel Yunes Linares, exgobernador, y su hijo Miguel Ángel Yunes Márquez, actual senador.

Ahora, con esta reforma en juego, la pregunta es: ¿defenderán la iniciativa de Sheinbaum para congraciarse con Morena, aunque les cierre puertas en el futuro? ¿O la rechazarán, sabiendo que el nepotismo ha sido su mejor carta para mantenerse en la política?

LA ASPIRINA

Gerardo Fernández Noroña, presidente del Senado, advirtió: Salgado Macedonio y Saúl Monreal no podrán ser candidatos en 2027. La ley los bloqueará.

Pero la trampa está en los detalles. No podrán buscar el mismo cargo de su familiar inmediato, pero nada les impide ser senadores, diputados o alcaldes mientras esperan su turno. El apellido sigue pesando más que la capacidad.

Morena podrá celebrar que evitó que un funcionario imponga a su familiar, pero seguirá permitiendo que lo haga senador o diputado mientras espera su turno.

Si de verdad queremos erradicar el nepotismo, no basta con vetar apellidos de manera temporal. La política mexicana necesita algo más profundo: una ciudadanía que deje de votar por apellidos y exija mecanismos para designar liderazgos con mérito real.

Hasta que eso pase, esta reforma seguirá siendo lo que es: una aspirina para un cáncer que sigue haciendo metástasis en el poder.