“Te hace sentir orgulloso de llorar”: Carlos Mercenario, del hito en Barcelona 1992 al consejo en París 2024

27, marzo 2024

Martín Avilés / Ovaciones
Foto: Mexsport

Cuando Carlos Mercenario cruzó la meta en el Estadio Olímpico Lluís Companys de Montjuic, sus lágrimas se escondían tímidamente ente el sudor. El calor era tan agobiante que el solo pensar que caminó 50 kilómetros bajo el sol durante 3 horas y 52:09 minutos por las calles de Barcelona, es asfixiante. Pero 31 años, siete meses y 21 días después, su piel aún se eriza de solo recordar aquella épica conquista.

 

 

Con 56 años, Mercenario Carbajal es recordado entre guirnaldas por ser el único mexicano capaz de conseguir una medalla en los oscuros Juegos Olímpicos de 1992 para una Delegación Mexicana, que se escudó en esa mitológica plata alcanzada por el andarín para poder lavarse la cara tras protagonizar una vergüenza nacional, misma de la que Carlos fue el único exento gracias a su embriagante actuación en la siempre exhaustiva prueba de la marcha.

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“Bueno, no sé si sea cursi pero me sigo emocionando igual”, dice Mercenario al evocar ese recuerdo de su más grande proeza, durante un evento con medios de comunicación en el Comité Olímpico Mexicano (COM), donde funge como asesor.

Mercenario cruzó la línea final solo detrás del perfecto Andrey Perlov, quien en ese entonces representó al llamado Equipo Unificado, pues no había pasado mucho tiempo desde que la Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas se haCOMbía desintegrado y se optó por mantener a la delegación solo que con otro nombre. El de Novosibirsk paró el crono en 3:50:13, casi dos minutos antes que el de Ciudad de México, pero eso no evitó que Carlos estallara de júbilo.

 

 

“Me da gusto que en la caminata, cuando el sudor te llenaba la cara, te tapaba las lágrimas, se confundían entre lágrimas y sudor y con esa cosa mal aprendida de que los hombres no lloran, porque cuando —hay que reconocerlo, mal aprendida—, cuando lloras porque sientes el orgullo de representar a tu país cuando en lugar de escuchar tu nombre te dicen ‘¡vamos, México!’, yo creo que todo vale la pena y hasta te hace sentir orgulloso de llorar”, explica con los ojos cristalizados.

Cuando Carlos se acercó a la meta, en los últimos metros, vio ondear una Bandera de México. Conmovido, cerró los ojos por unos segundos mientras sus pies seguían su impecable labor y cuando los abrió se percató de que quienes agitaban la bandera era su familia. Y no pudo contener las lágrimas.

 

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“Tratando de evocar uno de los sentimientos más profundos que tengo, es el de gratitud. Gratitud por supuesto con mi familia, que hicieron todo para yo tener las mejores condiciones y no como deportista, como mexicano, como joven; que tuviera un poco más que ellos. Aprendí a reconocer el valor de la familia, soy un convencido de que cuando tienes un logro y lo puedes compartir con la familia, estás del otro lado y estoy orgulloso de que además de mi familia, está la familia olímpica que me recibió”, asegura.

Todavía en 1993, con el envión anímico de su plata en Barcelona, Mercenario se convirtió en el primer andarín en ganar pruebas de la Copa del Mundo de 20 y 50 kilómetros, al adjudicarse la extenuante prueba en Monterrey. Pudo proclamarse campeón continental nuevamente en los Juegos Mar del Plata 95 y cuatro años después fue bronce en Winnipeg 99, para finalmente retirarse en 2001. Ahora, trabaja de la mano con María José Alcalá, presidenta del COM, en busca de resucitar la marcha desde su trinchera como dirigente.

 

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“La labor de Maryjose Alcalá ha sido logra que todos los caminos que se han puesto difíciles en algún momento, han sido allanados por el interés que ella ha puesto, no es endulzar el oído, es digno de celebrar”, puntualiza.