Especialistas advierten que la violencia en las parejas generalmente no comienza en el matrimonio ni en el concubinato, sino que puede estar presente desde el noviazgo, por lo que es fundamental educar a las nuevas generaciones en formas de relacionarse sin violencia.
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Iris Rocío Santillán Ramírez, académico del Departamento de Derecho de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM) insistió en que es urgente trabajar para cambiar la cultura. “Enseñar a comunicarnos sin insultos ni agresión es crucial para una convivencia sana”, insistió.
La especialista señaló que las y los jóvenes debe saber que “todo príncipe puede hacerse sapo y volverse una pesadilla, o peor aún, una tragedia”.
Recordó que México tipificó el feminicidio en 2012, estableciendo que este crimen ocurre cuando una mujer es asesinada por razones de género, lo cual incluye casos en los que el agresor es su pareja o expareja. Según la doctora Santillán Ramírez, el asesinato es solo la cúspide de un patrón de violencia que comienza con señales de alerta –las llamadas red flags–, muchas veces ignoradas o normalizadas.
Sin embargo, el derecho penal no ha logrado prevenir estos crímenes.
Asimismo, sentenció que las penas más severas no garantizan su erradicación, y puso como ejemplo a Estados Unidos, donde existe la pena de muerte, pero los feminicidios siguen ocurriendo.
Apuntó que de hecho, México tiene un marco legal extenso en materia de derechos de las mujeres, pese a ello la aplicación de estas normas es deficiente. “Las leyes quedan en el papel, no obstante, en la realidad, las mujeres seguimos atrapadas en ciclos de violencia”, advierte la doctora Santillán.
La clave, argumenta, no está en el castigo, sino en la prevención, por lo que resulta fundamental educar a las nuevas generaciones en formas de relacionarse sin violencia.
En este sentido, uno de los principales factores que perpetúan la violencia en el noviazgo es la idealización del amor romántico, que pueden materializarse en frases como “Me cela porque me quiere” o “Si soy su princesa, debo pedirle permiso”, fomentan relaciones de control disfrazadas de afecto.
Además, desde la infancia se impulsa la idea de que es necesario tener pareja para ser valoradas e incluso en la niñez se habla de noviazgos como si fueran juegos inofensivos, cuando en realidad pueden acelerar una maduración forzada y promover dinámicas de dependencia emocional.
A su vez, Marisol Pérez Ramos, académica del Departamento de Sociología de la Unidad Iztapalapa, subrayó que es una falsa la creencia de que la educación es una barrera contra la violencia al asegurar que existe la idea de que estar en la universidad protege a las mujeres de sufrir este fenómeno, pero no es así, porque la violencia está en todas partes, dentro y fuera del aula.
Consideró que, a pesar de los esfuerzos institucionales, como la difusión del violentómetro o los protocolos de atención a la violencia de género, muchas personas siguen tolerando o justificando este tipo de conductas en sus relaciones. “Vivimos en un ambiente de hostilidad social donde el dominio y el control se han normalizado en las relaciones amorosas”, enfatizó.
Redes peligrosas
Otro problema creciente es el uso de redes sociales para exhibir las relaciones de pareja. La tendencia de “escuchar sin juzgar”, advierte la investigadora, se ha convertido en una excusa para ridiculizar, menospreciar o exponer las vulnerabilidades de la pareja.
Y esto, desafortunadamente esto no tiene que ver con educación ni nivel económico, sino con una cultura que cada día tolera más la violencia y muchos patrones de violencia en el noviazgo tienen raíces en la crianza.
Estos porque en México el maltrato infantil es un problema grave desde hace décadas. “Si los niños crecen en ambientes donde los insultos, el sarcasmo o la manipulación son normales, ¿cómo esperamos que construyan relaciones sanas en la adultez?”, expone Pérez Ramos.

Foto: Cortesía uam.mx 


