El Riyadh Season WBC Boxing Grand Prix ha cumplido la meta de convertirse en una cuna de campeones para las nuevas generaciones del pugilismo mundial. Pero más allá de que está por coronar a sus campeones con la promesa de una Final épica, el torneo ha tejido una narrativa épica con historias de vida dignas de Hollywood. Además, ha ofrecido una radiografía brutal y fascinante del boxeo contemporáneo.
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Este campeonato, organizado por el Consejo Mundial de Boxeo (CMB), llega a su culminación el próximo 20 de diciembre en Riad, Arabia Saudita, tras haber cumplido con creces su promesa inicial de impulsar a la juventud hacia el deporte de los puños.
El torneo fue diseñado para dar oportunidades a la juventud, pero se transformó en un crisol global donde sobrevivir fue la única regla. Entre sus historias más inspiradoras destaca la de Kevin Ramírez, un barrendero argentino y peso crucero natural que concedió una desventaja de hasta 30 kilos, pero logró barrer sus cuatro combates para avanzar a la final.
Asimismo, el colombiano Carlos Utria se convirtió en ídolo popular desde su primer triunfo, siendo recibido en su pueblo con un desfile de héroe. Estas no son solo trayectorias deportivas, sino auténticos relatos de vida que el Grand Prix ha colocado en primer plano.
Las semifinales no solo definieron a los ocho aporreadores, sino que delinearon con mayor claridad la naturaleza impredecible del torneo, gracias a un formato que combina decisiones cerradas con explosiones violentas.
La geografía del torneo es testimonio de su carácter global y de su dureza selectiva. Comenzó como un auténtico mapa mundi del boxeo, con representantes de 17 países europeos, nueve americanos, seis asiáticos, ocho africanos y Australia como abanderado de Oceanía. Sin embargo, el avance de las fases actuó como un filtro de realidad implacable.
De los 45 púgiles americanos que iniciaron, solo cuatro permanecen (8.9%), provenientes de México, Argentina, Colombia y Canadá. Europa, con 43 combatientes, mantiene apenas dos banderas (4.7%), las de Italia y Bosnia. En tanto, Asia y Oceanía conservan a sus únicos sobrevivientes: Uzbekistán y Australia.
Así, el cuadro final se reduce a ocho banderas: Argentina, Uzbekistán, Bosnia, Italia, Colombia, Canadá, México y Australia.
Las estadísticas generales del torneo funcionan como un acta meticulosa del proceso de purificación competitiva, con 66 decisiones unánimes, seis divididas, 13 mayoritarias, seis bajo el sistema de Puntuación Mejorada, 24 nocauts técnicos y ocho nocauts limpios.
El WBC Grand Prix se despide como un experimento a gran escala que logró capturar el pulso del boxeo actual, al destilar talento mediante una competencia ferozmente equilibrada.

Foto: Cortesía WBC 


