La alianza entre PAN, PRI y la pedacería del PRD rumbo a la elección 2021 ha encendido las luces de alerta en Palacio Nacional.
En lo individual representan poco peligro para Andrés Manuel López Obrador y su llamada 4T.
Por ahí hay candidatos que pueden dar la pelea, pero que con la aplanadora que aún es el mero preciso por su ciertamente disminuida pero alta popularidad, además de las becas a 25 millones de hogares mexicanos, lo que significa votos, poco pueden hacer.
Ah, pero en una alianza antinatura – como bautizó Beatriz Paredes, líder del PRI en 2009 a la unión entre PAN y PRD y hoy presidenta de la Cámara de Diputados -cuidado, porque la pelea será al tú por tú.
Ayer, en la mañanera que se convirtió casi en mediodiera -duró más de tres horas-, Andrés Manuel desestimó el movimiento que se ha integrado entre Sí por México, donde Claudio X. González y Enrique Krauze son cabezas, y los tres partidos de oposición más fuertes.
Dijo que Sí por México es Sí a la pobreza, sí a la corrupción, sí al olvido de los pobres, sí a dar la espalda al pueblo y más.
La paliza que el PRI le puso a Morena en Coahuila e Hidalgo apenas el domingo 18 de octubre no es cualquier cosa.
Y se sumó a las luces de alarma.
Ciertamente son estados gobernados por el tricolor, con Miguel Angel Riquelme y Omar Fayad, respectivamente, pero eso en 2018, cuando López Obrador consiguió el histórico triunfo con 31.1 millones de votos en la elección presidencial, no hubiese importado.
Hoy sí.
Está claro que existe inconformidad y que Morena recibió un voto de castigo.
Cualquier simpatizante cuatroteista dirá que la popularidad de López Obrador es la respuesta a los críticos, a los malquerientes, a los dolidos, que quieren acabar con su gobierno.
Pero no, es por su carisma, sí, pero también por las becas.
El mal manejo de la epidemia de Covid-19, con el epidemiólogo convertido en rock star y, luego, en político, Hugo López-Gatell; las contradicciones con el uso del cubrebocas, la falta de pruebas y el disparo en casos y muertes que, en principio, calculó en no más de 7 mil, ha operado en su contra.
La caída económica, no exclusiva de México sino en todo el mundo, agravada por el crecimiento bajo cero de 2019 de -0.1 por ciento -ese sí, responsabilidad del actual gobierno-, también es un negativo.
Andrés Manuel sabe, pero jamás lo reconocerá en público, que su única opción para recuperar su imagen es la vacuna y a ello apuesta todo su capital.
Los aliancistas dijeron el martes que van por la Cámara de Diputados, donde hoy Morena es mayoría.
Efectivamente, ahí está la clave.
Sin mayoría, el gobierno federal quedaría entrampado, amarrado.
Como le sucedió a Vicente Fox o a Felipe Calderón.
Tendrían que negociar, como ellos.
Por eso las luces de alerta están encendidas en Palacio.
Alianzas, pero nosotros mandamos: Delgado
Mario Delgado Carrillo ofreció ayer su primera conferencia de prensa como dirigente de Morena.
Casi repuesto al ciento por ciento de Covid, el ex coordinador de Morena en San Lázaro advirtió que las alianzas con el Partido del Trabajo y el Partido Verde Ecologista se harán sólo si los candidatos son de Morena.
Así como lo lee.
Y con cualquier otro partido.
El ex senador del PT -iba y venía- dice que el primer requisito es ser leal a la 4T y a Andrés Manuel.
Y cero corrupción.
Carlos Puente Salas, líder nacional de los verdes, respondió a Delgado Carrillo que no aceptarán condiciones ni imposiciones.
Y hasta amenazó con romper negociaciones para San Luis Potosí, donde impulsa al ex perredista, Ricardo Gallardo Cardona.
También se dialoga para Guerrero.
Vámonos: Rafael Caraveo Opango dice que recibió 15 maletas con billete para repartir entre los senadores del PAN para avalar la reforma energética.
Y señala a Francisco García Cabeza de Vaca, gobernador de Tamaulipas, y a Francisco Domínguez Servién, de Querétaro.
Hasta Ernesto Cordero Arroyo, frustrado candidato presidencial de Felipe Calderón, y Luis Lavalle Maury, hijo de Juan Camilo Mouriño, son señalados.
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