Ante violencia, ¡Dios y familia!

17, septiembre 2023

FELIPE ARIZMENDI ESQUIVEL 

MIRAR

Es típico de los gobiernos en turno presumir lo que consideran un avance, una mejoría, durante su gestión. Y no hay que ser cerrados de mente y de corazón para reconocer lo que en verdad ha mejorado. Sin embargo, nosotros tenemos otros datos, particularmente en lo que se refiere a violencia, inseguridad, asesinatos, robos, etc. Basta con ver las noticias diarias, para sentir miedo de salir a la calle. Hay tanta extorsión violenta en muchas regiones del país, por el creciente poder de grupos armados, que algunas familias deben huir para sobrevivir. Ante este enrarecido ambiente social, ¿qué hacer? No basta con culpar a los gobiernos de antes y de ahora, aunque ellos han de ser sinceros y reconocer sus deficiencias, sino preguntarnos cada quién: ¿Yo qué pudo hacer? ¿Qué ofrece la Iglesia a esta sociedad?

Nosotros ofrecemos la Palabra de Dios, el plan misericordioso del Padre, hecho vida en Jesucristo y presente hoy por el Espíritu Santo. Dios ama a todos, pero lo que El más nos insiste es que nos amemos, pues todos somos hermanos. Desde el principio, la línea que Dios nos marca es el amor. Sólo amando nos parecemos a El. Por ello, nos ordena explícitamente no matar, no robar, no mentir, no hacer daño a nadie. Sin embargo, la mayoría de los criminales se consideran católicos, sólo por el hecho de haber sido bautizados y por tener alguna devoción; pero su vida contradice la fe cristiana. ¿Qué les decimos? Si de verdad creen en Dios, conviértanse, cambien de vida, que su trabajo sea honrado, que la ambición por tener más y más dinero no los domine, que aprendan a hacer el bien a los demás. Ojalá aprovechemos toda oportunidad que tengamos para hacerles esta invitación, por ejemplo, cuando piden el bautismo u otro sacramento para sus hijos. La evangelización no puede ser abstracta, sólo aprendizaje de algunas oraciones, sino que lleve al encuentro existencial con el Señor y al cambio de actitudes en la vida.

Por otra parte, uno de los tesoros más grandes que aún subsisten en nuestro pueblo es la familia. ¡Cómo hay que cuidarla, para que no se destruya! Sin familia, no hay educación en valores de fraternidad y de justicia, ni presencia de Dios en la vida diaria. Unos esposos que, desde su fe en Dios, se aman, se comprenden, se respetan, se perdonan, son pilares fundamentales para que los hijos aprendan ese camino. Pero si la familia se destruye, si los casados se divorcian y se separan sin importarles los hijos, éstos quedan expuestos a que cualquiera los jale por caminos equivocados. Y conservar bien la propia familia, no depende de los gobiernos, sino de nosotros.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en su visita a México en febrero de 2016, dijo a los obispos:

“Sólo comenzando por las familias; acercándonos y abrazando la periferia humana y existencial de los territorios desolados de nuestras ciudades; involucrando a las comunidades parroquiales, las escuelas, las instituciones comunitarias, las comunidades políticas, las estructuras de seguridad; sólo así se podrá liberar totalmente de las aguas en las cuales lamentablemente se ahogan tantas vidas, sea la vida de quien muere como víctima, sea la de quien delante de Dios tendrá siempre las manos manchadas de sangre, aunque tenga los bolsillos llenos de dinero sórdido y la conciencia anestesiada”.

ACTUAR

Cuidemos nuestras familias, centrándolas en la fe en Dios y en el amor mutuo, sobre todo cuando se presenten momentos tensos y difíciles. No deshagas tu familia, que es el mejor regalo de Dios para ti.

Felipe Arizmendi Esquivel, Obispo Emérito de SCLC