Benedicto XVI: Dios es amor

15, enero 2023

FELIPE ARIZMENDI

Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

Sigo reflexionando en el gran regalo que ha significado el difunto Papa Benedicto XVI para la Iglesia y para el mundo, y lamento que muchísimos no lo conozcan a profundidad, sino que se dejan llevar por juicios parciales, o por descalificaciones de quienes no estuvieron de acuerdo con su modo de ser, de pensar y de actuar. Estoy convencido de que el Espíritu Santo guía a su Iglesia y nos concedió un Pontífice según las necesidades del momento.

Con frecuencia se le calificó de serio, frío, seco, cuadrado, lejano de los pobres, como si para él lo importante fuera lo doctrinal, lo académico, la tradición y la ley. Sin embargo, la primera de sus tres encíclicas versa precisamente sobre el amor, a partir de la fuente original, que es el amor de Dios, manifestado plenamente en la entrega generosa de Jesús por nosotros en la cruz, y que nos toca continuar hoy ante tanto dolor humano.

Selecciono sólo algunas frases de su encíclica Deus caritas est (Dios es amor), publicada el 25 de diciembre de 2005, primer año de su ministerio petrino. Insiste en la esencialidad del amor, aunque su forma de vivirlo sea con un estilo diferente al del Papa Francisco.

DISCERNIR

«Dios es amor, y quien permanece en el amor permanece en Dios y Dios en él» (1 Jn 4, 16). Estas palabras de la Primera Carta de Juan expresan con claridad meridiana el corazón de la fe cristiana: la imagen cristiana de Dios y también la consiguiente imagen del hombre y de su camino. No se comienza a ser cristiano por una decisión ética o una gran idea, sino por el encuentro con un acontecimiento, con una Persona, que da un nuevo horizonte a la vida y, con ello, una orientación decisiva” (1).

“La unión con Cristo es al mismo tiempo unión con todos los demás a los que él se entrega. Una Eucaristía que no comporte un ejercicio práctico del amor es fragmentaria en sí misma” (14).

“Mi prójimo es cualquiera que tenga necesidad de mí y que yo pueda ayudar. Amor a Dios y amor al prójimo se funden entre sí: en el más humilde encontramos a Jesús mismo y en Jesús encontramos a Dios” (15).

“La Primera Carta de Juan subraya la inseparable relación entre amor a Dios y amor al prójimo. Ambos están tan estrechamente entrelazados, que la afirmación de amar a Dios es en realidad una mentira si el hombre se cierra al prójimo o incluso lo odia… El amor del prójimo es un camino para encontrar también a Dios, y que cerrar los ojos ante el prójimo nos convierte también en ciegos ante Dios” (16).

“Si en mi vida falta completamente el contacto con Dios, podré ver siempre en el prójimo solamente al otro, sin conseguir reconocer en él la imagen divina. Por el contrario, si en mi vida omito del todo la atención al otro, queriendo ser sólo «piadoso» y cumplir con mis «deberes religiosos», se marchita también la relación con Dios. Será únicamente una relación «correcta», pero sin amor. Sólo mi disponibilidad para ayudar al prójimo, para manifestarle amor, me hace sensible también ante Dios. Sólo el servicio al prójimo abre mis ojos a lo que Dios hace por mí y a lo mucho que me ama… Amor a Dios y amor al prójimo son inseparables, son un único mandamiento. Pero ambos viven del amor que viene de Dios, que nos ha amado primero” (18).

“El ejercicio de la caridad pertenece a la esencia de la Iglesia tanto como el servicio de los Sacramentos y el anuncio del Evangelio” (22).

ACTUAR

En vez de desgastarnos y destruirnos en discusiones intraeclesiales, pidamos al Espíritu Santo que nos inflame de amor a Dios y a los demás, sobre todo a quienes más sufren, incluso a los enemigos.