Sólo en México, una selección de futbol pierde en cuanta gesta compite y los directivos de la Federación se quedan tan frescos y sin perder la redituable chamba. Lapidan el entusiasmo de una sociedad futbolera, que llora cada que hay un fracaso, sin acostumbrarse a lo que parece cuestión de “nacidos para perder”. Nadie lo ha logrado. Seguimos en las mismas, a pesar de la enorme afición al juego.
En mis tiempos universitarios me dio clases de psicología Isidro Galván, entonces psicólogo de la archi mentada selección. Nos contaba el enorme esfuerzo que hacía para convencer a los jugadores de que podían triunfar y, sin embargo, poco éxito tuvo. ¿Será cuestión genética?
Sólo en México mueren 18 mujeres por una extraña meningitis en Durango, la que presumiblemente adquirieron al recibir una anestesia conocida como “raquia o epidural”. Se usa en general para los partos y algunas cirugías ortopédicas.
Ha habido 68 pacientes diagnosticados y la recibieron 2 mil 400 entre mayo y noviembre de este año. Los casos se concentraron en cuatro hospitales privados -a los que se clausuró de inmediato-. Ya se sabe que procede de un hongo, por lo que se piensa que se pudo haber contaminado algún lote del medicamento que se utiliza. La meningitis es una enfermedad muy grave, al inflamarse las membranas que cubren el cerebro y en muchos casos es mortal.
Para desgracia, las mujeres fallecidas acababan de dar a luz, por lo que dejan huérfanos recién nacidos. Las autoridades médicas de Durango de inmediato intentaron contener los daños y ayudar a quienes presentan ya síntomas de la enfermedad, que parece cede con ciertos medicamentos.
Han dado puntual seguimiento a los pacientes, pero lo que aún no hay es justicia en cuanto a indagar sobre la culpabilidad del fabricante del fármaco, si hubiera responsabilidad.
López Gatell declara que la pesquisa tardará meses: ¿usted le cree? Podría ser como la de la tragedia chiapaneca, con un medicamento que se utiliza para la diálisis y que mató a varias personas.
Se supo que se adquirió este fármaco de un distribuidor afín a una alta funcionaria de salud estatal, impuesta por Amlo y, por supuesto, ignorante de los temas de salud. En lugar de adquirirlo con el distribuidor acostumbrado se compró a un desconocido cuatito de la interfecta.
Por más que familiares de quienes murieron por esta causa pelearon -y lo siguen haciendo-, se le echó tierra encima al asunto y quedó en la absoluta impunidad.
Sólo en México se intoxican 110 alumnos de una escuela del municipio de Bochil, Chiapas, por ¡beber agua! El extraño caso también sigue sin solución. Los jóvenes acabaron en los hospitales de la localidad, con síntomas parecidos. De entrada, se dijo que alguien había puesto una droga en la bebida. Luego se desmintió la información y el tlatoani comisionó a Rosa Icela Rodríguez a resolver el enigma, sin que, hasta ahora, se aclare. A la ínclita secretaria de seguridad, poco se le puede pedir en la materia que preside.
En la guardería 35 del IMSS tres pequeños fueron a dar al hospital, porque se les dio agua con cloro.
Negligencias criminales, unas, como en el caso de las diálisis de Chiapas por corrupción; otras, a saber, porque las autoridades jamás llegan al fondo de las investigaciones, o encubren a funcionaretes que deberían de estar en la cárcel. Muertes masivas que dejan una estela de dolor, por la impunidad que facilita todo tipo de crímenes.
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