El crecimiento de papel

23, septiembre 2022

LUIS HUMBERTO FERNÁNDEZ FUENTES

Esta semana se hizo público que Mark Zuckerberg perdió 70 mmdd, equivalente al 55% de su fortuna, debido a su apuesta por el metaverso y la reducción de los usuarios de Facebook, lo que provocó el hundimiento de sus acciones. Con ello, pasó de estar entre los tres hombres más ricos del mundo a estar en el lugar número 20 de la lista de multimillonarios de Bloomberg. Esto se suma a la declaración del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, de hace unas semanas, que provocó una caída del mercado y redujo la fortuna de los más ricos de Estados Unidos en 78 mmdd, en particular de Musk, Jeff Bezos, Bill Gates, Warren Buffet y Segey Brin, cuando señaló que el Banco Central de EE.UU. seguirá aumentando las tasas de interés, manteniéndolas elevadas por un tiempo para reducir los efectos de la inflación.

Pero ¿realmente estos supermillonarios perdieron dinero? La realidad es que no, simplemente perdieron valor de sus empresas, solo hubieran perdido si hubieran vendido en ese momento. Esta valoración de las empresas ha hecho crisis antes, como en el caso de Enron, una empresa energética de Texas que fue considerada como la más innovadora de los EE.UU por cinco años consecutivos entre 1996 y 2001, pero que debido al pago de sobornos, tráfico de influencias e inconsistencias avaladas en sus auditorías, tuvo una caída en picada de su reputación y sus ganancias, provocando el mayor fraude empresarial hasta entonces, arrastrando consigo a varias compañías que le habían otorgado créditos; lo que derivó en la crisis financiera del 2002, luego de que Enron se declarara en quiebra.

Esto nos muestra el riesgo de una actividad económica que no tiene una base en la realidad, sino únicamente en la especulación del mercado. Por eso es importante señalar que no se trata únicamente del crecimiento económico, se trata de cómo la generación de riqueza se traduce en bienestar. Vale la pena decir que las supuestas pérdidas de Zuckerberg en este periodo equivalen al PIB en conjunto de Nicaragua, el Salvador y Honduras, o el PIB completo de Bélgica, por lo que vivimos en el riesgo de que la realidad nos alcance y se produzca una burbuja financiera como se ha presentado en otras ocasiones desde la crisis de los tulipanes, la gran recesión del 29 y la crisis económica del 2008. Sin embargo, todas esas crisis financieras tienen algo en común: un crecimiento basado en la especulación.

Ello nos lleva a pensar en la importancia no solo de invertir en bienes y servicios con un valor y un sustento real, sino también en una distribución más justa y equitativa de las riquezas mundiales. Mientras que algunos multimillonarios pueden darse el lujo de tener ganancias y pérdidas equivalentes al PIB de ciertos países, para millones de personas esas enormes cantidades de dinero podrían representar su salida de la pobreza, la satisfacción de sus necesidades más básicas y el acceso a una mejor calidad de vida.