El dogma y la economía

21, abril 2023

LUIS HUMBERTO FERNÁNDEZ

No soy economista, sin embargo, no se necesita serlo para advertir que algo está mal en nuestra forma de entender y comprender la producción, la distribución y el consumo de la riqueza.

En las últimas décadas, a partir del auge neoliberal de Reagan en Estados Unidos, Thatcher en Inglaterra y Salinas en México, ciertos dogmas económicos se convirtieron para muchos en la forma fundamental de guiar al Estado. Las políticas macro, la ausencia de valores y la mínima empatía con el ser humano se volvieron los ejes rectores, y la mezquindad, la ambición, la voracidad y la especulación destruyeron países completos con gran dolor humano, bajo la mirada complaciente del Fondo Monetario Internacional, como es el caso de los PIGS (Portugal, Italia, Grecia, España).

Hoy encontramos que estos paradigmas están agotados, que generan exclusión, dolor y la concentración de riqueza más grande de la historia, encontramos fenómenos que no se pueden explicar de forma tradicional como el de Argentina, con empleo pleno, pero una economía devastada; o el caso de Estados Unidos, con crecimiento tecnológico y de riqueza, pero con las calles llenas de personas sin hogar y un gran enojo social.

Esto es entendible a partir de los grandes cambios que está viviendo una economía basada en bienes intangibles y del conocimiento. Existe una crisis actual de la economía que no alcanza a explicar estos fenómenos mediante la aplicación mecánica de fórmulas y ecuaciones, que no sirven para captar la realidad social y el contexto de aquellos países.

Como medida para estabilizar sus economías, algunos países están apostando por la desdolarización financiera, por ejemplo, China y Brasil, que realizarán sus operaciones de intercambio comercial directamente en reales brasileños y en yuanes chinos descartando el uso del dólar estadounidense, con lo que buscan alcanzar estabilidad en el alza de precios y reducir los niveles de pobreza incrementando el poder adquisitivo de los ciudadanos.

Es necesario replantear nuestra forma de ver la economía no solo a partir de la política monetaria como única variable para mantener la estabilidad, sino también como elemento de dignidad y prosperidad; una economía al servicio de las personas. Nuestras herramientas de análisis están agotadas, y quien diga lo contrario valdrá la pena que se pregunte si esto es lo mejor que se pudo hacer con estos instrumentos, entonces ¿por qué hay tanta opulencia y derroche insultante en tan pocos y tan poco para tantos?

La realidad es que la economía actual no explica los fenómenos contemporáneos, pero tampoco propone rutas: hoy, lo más importante es revisar si estos dogmas económicos pueden servir para generar prosperidad compartida o sólo son reglas del juego que sirven al 1% de los más millonarios. El exgobernador de Minnesota, Jesse Ventura, alguna vez afirmó que no tenía lógica que existan billonarios.

Porque nadie puede trabajar tanto como para que pueda ganar mil millones de dólares, mientras que alguien que trabaja más de 50 horas a la semana gana apenas el mínimo ¿cómo hacer funcional esta inequidad tan importante?

Como lo ha planteado el presidente Andrés Manuel López Obrador, es necesaria una economía moral como una alternativa al modelo neoliberal, un crecimiento económico con justicia social que no acumule la riqueza en manos de unos cuantos, sino que promueva una distribución más equitativa y democrática.

45@LuisH_Fernandez