La Corte por fin, es presidida por una mujer

9, enero 2023

Angélica de la Peña

A casi dos siglos desde que se constituyó la Suprema Corte de Justicia de la Nación (1825), y después de que sólo 14 mujeres han ocupado un espacio como Ministras, atestiguamos la elección de la Ministra Norma Lucía Piña Hernández como su Presidenta.

La Ministra Piña con sus votaciones razonadas en contra de algunas reformas del Presidente, ha dado constancia de su independencia. Como sabemos, López Obrador, sin tapujos, no ocultó su promoción para que fuese otra mujer la que ocupase este cargo para desde ahí, apoyase “a la 4T”. Esta falta de respeto al Poder Judicial me lleva a dirimir cómo los señores, en su afán androcéntrico, influyen para promover a mujeres alineadas para formalmente cumplir con la paridad.

La Abogada Piña fue electa como Ministra por el Senado en 2015. En esa elección el Presidente Peña envió dos ternas para ocupar los espacios de Olga Sánchez Cordero y Juan Silva Meza; aunque algunas Senadoras promovimos fuesen las dos ternas de mujeres, Peña decidió una de hombres y otra de mujeres. Senadores del PT y PRD ligados a Morena en ese entonces, y algunas senadoras también, cuestionaron la terna de mujeres porque según ellos, no reunían los méritos profesionales para estar en la SCJN, aunque las tres tenían una reconocida carrera judicial. Por el contrario la terna de señores no fue vilipendiada. En ese proceso escuchamos epítetos irrespetuosos y ofensivos en contra de Norma Piña quien fue electa en votación calificada. La mayoría de Senadoras la defendimos como consta en el Diario de Debates.

No podemos ser ingenuas: quienes hemos promovido la igualdad sustantiva como precepto fundamental, sabemos que, ni con su sola inscripción legal, y ni siquiera con igual número de mujeres y hombres en las cámaras o en el gobierno, hemos derrotamos al patriarcado.

Este monstruo patriarcal es sistémico. A veces es rijoso y peligroso; otras silencioso. Desde todos los espacios sigue confabulando contra la presencia de ciudadanas libres, y sus personeros deciden qué mujeres deben ocupar los espacios. La configuración del delito de violencia política contra las mujeres es una prueba de los riesgos de desobediencia y cuánto cuesta aspirar al poder. A propósito, destaco un comentario de la Ministra Piña en un evento con juezas en noviembre pasado: “Estamos todas hoy aquí a pesar de que históricamente hemos sido sometidas a situaciones de exclusión sistemática y estructural, frente a los varones”. En su discurso de asunción el pasado 2 de enero dijo que, al “romper lo que parecía un inaccesible techo de cristal” se siente acompañada, respaldada y acuerpada con otras mujeres que han luchado y “no se han cansado de intentar cambios que poco a poco arrinconan nuestra cultura patriarcal”.

Muchos grupos sociales sufren discriminación por diversas condiciones, sin embargo no se puede comparar con la discriminación sistémica y estructural que han sufrido y sufren las mujeres por serlo. Todos los datos lo constatan.

Mientras haya mujeres pobres, ejerciendo la prostitución o rentando sus vientres para procrear un bebé para otros, violentadas, sufriendo la desobligación de los padres de su descendencia, sin libertad para decidir sobre su cuerpo, borradas de la ley o perseguidas por su opinión, seguiremos elevando nuestra voz. Confío la Ministra Presidenta Norma Piña se aprestará a tejer alianzas a favor de nuestros derechos