La Web 2.0 como espacio de representación social

12, marzo 2023

BORIS BERENZON GORN

En lo que respecta a la comunicación en la Web 2.0 y la diversidad de lenguajes que se utilizan para transmitir mensajes y emociones, estamos ante una realidad análoga a la presencial, como ningún otro soporte lo había estado hasta ahora. El punto nodal se establece al admitir que la comunicación no sólo es verbal y que los lenguajes no verbales, la imagen, el video o la música, el espacio, los gestos, la indumentaria, entre muchos otros elementos, también transmiten mensajes y a menudo aportan información que las palabras son incapaces de comunicar.

El contexto importa. La interpretación no depende exclusivamente de las palabras, sino también del medio en que están insertas. Así lo han demostrado muchos lingüistas al analizar los andamiajes que hacen posible el significado que tienen los conceptos dentro de un grupo, espacio y tiempo determinados. La página web, el blog, el video, el podcast, la videoconferencia, los modos de comunicar se diversifican y con ellos se incrementa la complejidad de la comprensión, la cantidad de capas de significado y el número de discursos que se atraviesan entre sí.

Al traer a cuento el tema del sentido, estamos incorporando la importancia de quien navega y existe en la Web 2.0 de una manera mucho más representativa que si pensamos en el espectador de los medios de comunicación masiva, sujeto al que se percibía potencialmente pasivo, potencialmente influenciable. Con el triunfo de la Web 2.0 se está logrando desplazar los mensajes unívocos y la pretensión de verdad contemplando la subjetividad de quien toma el mensaje y complejizando el metalenguaje subyacente. Por eso, el reconocimiento de la finitud de la representación es sumamente importante, porque historiza y proporciona claves interpretativas comunes.

Pero la Web se parece más a nuestro mundo interior de lo que pensamos. Para pensar el mundo tenemos imágenes que son mucho más que fragmentos visuales: incluyen a todos nuestros sentidos, y son también fragmentos que ordenamos de acuerdo con esquemas teóricos de lo que hemos aceptado por convención que es lógico en una época dada. Recalquemos que ese orden es histórico, susceptible de mutación y, por lo tanto, corresponde con la imaginación. Es cierto, las referencias de nosotros mismos siempre provienen de procesos de asimilación del entorno, que además corresponden a los andamiajes sociales de nuestro momento histórico. En ese sentido, siempre estamos contando desde la imaginación.

Las innovaciones tecnológicas plantean en definitiva la transformación de los mensajes que creamos, que procesamos y que comprendemos; construyendo nuevos sentidos en la medida en que enriquecen la transmisión de emociones, mismas que son, en última instancia, las que proporcionan a la web su capacidad de representar el mundo analógico. Incluso hay que admitir que la falta de palabras es también un acto subversivo contra el predominio del logos como único canal de comunicación.

Por mucho tiempo se afirmaba que las memorias, cartas, diarios, entre otros documentos, eran fuentes de primera mano que mostraban el pasado y los acontecimientos tal y como ocurrieron, la premisa ha entrado en crisis en tiempos recientes. ¿Qué refleja entonces de Web 2.0 de la sociedad de la información que la produce?, ¿dónde están los límites de nuestras interpretaciones en torno a lo que creemos saber del mundo digital? Socialmente, hemos creado una relación dialéctica con la Web 2.0 nos afecta y nos modifica con la misma intensidad que nosotros a ella.