En la historia de la lucha libre mexicana hay momentos que trascienden el espectáculo y se convierten en parte del imaginario colectivo. Uno de ellos ocurrió el 12 de septiembre de 1982, cuando El Santo, el Enmascarado de Plata, bajó del cuadrilátero por última vez en el Toreo de Cuatro Caminos. El otro, más reciente, tuvo lugar el pasado 6 de abril de 2025, cuando su heredero, El Hijo del Santo, se despidió ante una Arena Ciudad de México abarrotada.
LEE ADEMÁS: El Hijo del Santo anuncia su gira de despedida: “Decirle adiós a la lucha libre no es fácil”
Dos generaciones, dos íconos, un legado eterno… y dos maneras de vivir el deporte espectáculo.
La despedida de El Santo fue una mezcla de nostalgia, violencia y gloria. Acompañado por figuras legendarias como Gori Guerrero, El Solitario y Huracán Ramírez, enfrentó a los temibles Misioneros de la Muerte y a El Perro Aguayo.
Lo que debía ser una celebración se tornó en una batalla sangrienta que quedó grabada en la memoria de miles. Su retiro marcó el fin de una era dorada. El Santo no solo fue luchador; fue símbolo, mito y superhéroe mexicano.
Aquella función la organizó el desaparecido empresario Francisco Flores, quien hizo de El Toreo de Cuatro Caminos, hoy desaparecido para dar paso a un imponente centro comercial, vio a futuro.
Sabía que tras el adiós del legendario gladiador quedaría un hueco muy difícil de llenar.
Por eso apostó por los El Signo, Negro Navarro y Texano ‘Los Misioneros de la Muerte’, además del inolvidable ‘Can de Nochistlán’, que aquel día se consagraron en lo más alto del pancracio mexicano y durante décadas sostuvieron el deporte de los costalazos en el ánimo de los aficionados, que cada día de función abarrotaban el inmueble naucalpense también conocido como ‘La Cueva de los Independientes’.
Cuarenta y tres años después, El Hijo del Santo repitió la escena con matices diferentes, pero igual de significativos. Su adiós fue en medio de un combate de apuestas, en el que el honor y la máscara estaban en juego. Al final, Misterioso Jr. cayó ante el heredero del Plata, revelando su identidad y cerrando con broche un triunfo una carrera impecable. Pero esta vez, la historia no termina. Santo Jr. fue presentado al público como el nuevo portador de la leyenda, asegurando que el símbolo seguirá vivo en el ring.
Sin embargo, a diferencia de su señor padre, el adiós de El Hijo de El Santo se vio empañado por el desencantó de los aficionados, que hicieron una gran entrada en la Arena Ciudad de México, pues se dejaron escuchar los gritos de ‘¡fraude, fraude’!, lo que hizo enojar al gladiador de 62 años que no pudo ocultar su molestia.
Y es que se trató de una confrontación en la que cinco gladiadores expusieron la incógnita, pero a la vez dieron cuenta que el tiempo no perdona. Acaso, todas las miradas apuntaban al mano a mano anhelado entre Fuerza Guerrera y el de la máscara argenta, pero no fue así y al final el pagano fue Misterioso Jr.
A diferencia de su padre, en la que sufrió un calvario a manos de la entonces sangre joven de la baraja luchística y quien siempre se significó por su gran compañerismo y trato afable con el público, el continuador de la leyenda llegó a tener roces con el ‘monstruo de las mil cabezas’ por no querer firmar máscaras ‘no oficiales’.
Ambas despedidas son, en esencia, reflejo de su tiempo. El Santo cerró una época en la que la lucha libre era sinónimo de misticismo y épica. El Hijo del Santo, en cambio, consolidó una narrativa intergeneracional, en la que la tradición y modernidad se abrazan. Uno fundó el mito; el otro lo sostuvo, lo internacionalizó y lo heredó.
Hogaño, la figura del Enmascarado de Plata no es solo un recuerdo, sino una antorcha que ha pasado de padre a hijo, y ahora, a una nueva generación. La lucha libre mexicana no será la misma sin ellos, pero gracias a ellos, tampoco será olvidada.
Santo heredó la máscara al Hijo del Santo, que ahora pasó la estafeta a Santo Jr., quien por el momento deberá abrirse paso en el terreno de los gladiadores independientes, con la gran incógnita ¿podrá mantener el legado del abuelo o se desdibujará?

Foto: Erick Estrella / ESTO 


