¿Quién manda aquí?

13, octubre 2022

PEDRO PEÑALOZA

Se requieren nuevas formas de pensar para resolver los problemas creados por las viejas formas de pensar.

Albert Eintsein

En amplios círculos se cree que López Obrador es el funcionario más poderoso del país. Quizá por las encuestas. Sin embargo, habría que precisar conceptos y realidades.

Por supuesto, ser el titular del ejecutivo federal, bajo un régimen presidencialista, es una posición de privilegio y hegemonía.

En el caso específico del actual inquilino de Palacio Nacional es pertinente ubicarlo en su forma y tendencia para gobernar.

AMLO inició su sexenio propietario de una gran legitimación. Sus declaraciones y promesas encendidas en la toma de posesión y en los días iniciales lo corroboraron.

Pero, conforme avanzó el sexenio, se fue debilitando, más allá de la tradición de los ciclos del poder.

En este caso, hablamos específicamente de la pérdida del control en el tema de la seguridad pública y, específicamente, de la delincuencia organizada.

Los indicadores de diversas violencias dibujan la expansión de empresas criminales y una intensa actividad de la delincuencia molecular.

Es pertinente recordar la promesa del presidente, quien se comprometió a “regresar en seis meses a los militares a sus cuarteles”.

Promesa que no cumplió, es más, ahora se ha convertido en un férreo defensor de la actividad castrense en tareas de seguridad pública y de prolongar su presencia en las calles hasta 2028.

Los datos públicos y la difusión de millones de documentos del grupo Guacamaya, que jaqueó a la Secretaría de la Defensa Nacional, ponen al descubierto el creciente poderío y control que poseen las élites militares, además de pactos entre crimen organizado y gobiernos locales y federal.

No hay espacio gubernamental donde no exista presencia militar, junto con cuantiosos recursos económicos. Nadie pudo imaginarse el giro militarista de un gobierno que llegó con una bandera progresista. Los gobiernos “conservadores” no pudieron hacer semejantes cambios.

El tabasqueño sabe bien dominar la agenda pública y le funciona, con ello pretende exorcizar su notable incapacidad en el tema de la seguridad pública y las violencias expansivas.

Y en este contexto, dos preguntas pertinentes: ¿Por qué se rindió ante las fuer- zas castrenses? ¿A cambio de qué? Ahora, AMLO comparte la gobernabilidad con un actor muy poderoso.

¿Cuál es el margen de maniobra del tabasqueño? ¿Podrá impedir la represión contra quienes se manifiesten contra la militarización?

La debacle política de la 4T será que se consolide un gobierno narco-militar y que mañana se persiga a los opositores y hasta a los propios seguidores de AMLO.

Todo indica que vamos para ese escenario.

Hay que actuar con inteligencia y coherencia. ¡Pero ya!

@pedro_penaloz

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