Si Sarah Connor fuera periodista

En el mundo de la generación de contenidos para medios de información hay personas con gran reputación y desconocidos con un talento extraordinario.



¡Atención! esté artículo no lo escribe Sarah Connor, exterminadora profesional de los robots. En la actualidad hay al menos dos posturas que analizan la incursión de la Inteligencia Artificial (IA) en el periodismo. Contrario a sus porristas, se han sobredimensionado sus efectos ya que los algoritmos no pueden contar la verdad. En más de 250 páginas, el periodista Pablo Mancini explica en Verdad, sangre, algoritmos y negocios (Ampersand, 2024) a través de historias de su vida profesional cómo: “La IA puede producir contenido, lo que no puede producir es periodismo” y que “cualquier predicción sobre el impacto de la IA es tirar un dardo en la oscuridad”. Pero mejor vamos por partes:

Página 14. En el mundo de la generación de contenidos para medios de información hay personas con gran reputación y desconocidos con un talento extraordinario. El autor afirma que al final todos son parte de la sangre y los algoritmos refiriéndose a la industria de los medios on line, un campo en donde se prueban ideas periodísticas, “produce contenidos y ponen en marcha modelos de negocios que, más tarde, las audiencias, la capacidad de ejecución de quienes trabajamos en esto, las circunstancias y las economías convierten en aciertos los errores”. Aquí está lo interesante, para muchos la información cuantitativa es más importante que la información que te pueden dar los corazones en pláticas de saliva.

Muchos de los enamorados de la data, pierden la fe en las corazonadas, prefiere confiar en las herramientas de IA y se alejan del concepto de singularidad y “su renovada vigencia”. Vale la pena citar la página 17 donde el autor hace referencia a la historia de Homero en la Odisea, recordando que frente a estos “paisajes trastornados están quienes saltan al agua para abrazarse con ilusionarse cualquier canto de las sirenas y se ahogan en las mareas del entusiasmo, y quienes tapan sus oídos para no escuchar nada y evitarse el riesgo de lo desconocido”.

El autor continúa refiriéndose a aquellos de los que hablaba Odiseo, que son los suficientemente astutos “para atarse al mástil más grande y escuchar a las sirenas, y así evitar caer en las poderosas y fátales aguas que ellas gobiernan con un encanto hipnótico del que, siempre, hay que desconfiar”.
Así es la IA generativa, “quizás el canto de las sirenas más publicitado y tentador de estos tiempos, agrega una cuarta capa de oportunidades que afectan a toda la operación de los medios. Pero, ¿cómo podríamos oír la belleza de su canto sin caer en una trampa?”

Ya casi para terminar, y días antes de que la periodista Denise Maerker saliera de Grupo Fórmula, uno de sus mejores colaboradores, comentó: “Si soy de los que creen que se ha exagerado las capacidades de la IA. Nace desde 1956 cuando hubo una conferencia en Estados Unidos convocada por distintas personas. Ciertamente, el desarrollo de máquinas más rápidas ha convertido el asunto en un problema de moda. Mientras no tengamos claro qué es la inteligencia humana o animal en general está un poco difícil que podamos darle el peso que se le quiere dar”.

Por último, el Dr. Lazcano concluían en su colaboración: “Un caso muy concreto es el de la intuición, yo no conozco ninguna gran investigadora, ningún gran científico que carezca de intuición y eso es algo como ver con el rabillo del ojo, lo que está pasando y de repente pueden hacer un descubrimiento, una interpretación mayúscula”. Todo esto no lo hace la IA en un quirófano, ni en una batalla con Sarah Connor, ni mucho menos en el periodismo.

Comunicólogo político, académico de la FCPyS UNAM y Maestro en Periodismo Político @gersonmecalco