Una tarde sin alma en Las Ventas

La corrida fue, en líneas generales, un desfile de mansedumbre. Con la excepción del segundo, que ofreció clase y fijeza y fue justamente ovacionado en el arrastre



Fotos: Manolo Briones

MADRID.- La plaza de toros de Las Ventas, epicentro de la tauromaquia mundial, vivió este miércoles una tarde desangelada, de esas que se hacen largas y duelen más por lo que pudieron ser y no fueron. Sobre el cartel, tres toreros con estilos diferentes, en distintos momentos de su carrera: Paco Ureña, David Galván y un joven Alejandro Chicharro que confirmaba su alternativa. Del otro lado, los toros de José Enrique Fraile de Valdefresno, que terminaron por ser los grandes culpables de una función sin emoción ni historia.

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La corrida fue, en líneas generales, un desfile de mansedumbre. Con la excepción del segundo, que ofreció clase y fijeza y fue justamente ovacionado en el arrastre, el resto de los astados carecieron de entrega, casta y codicia. Se pararon, se fueron a tablas, embistieron sin decir nada. Cuando falta el toro, falla el espectáculo; y eso fue precisamente lo que ocurrió.

Paco Ureña, con el segundo, firmó los mejores momentos de la tarde. Una faena de altos vuelos, con muletazos hondos, templados y cargados de verdad. Toreó con verticalidad, con esa autenticidad que conecta con el tendido sin necesidad de aspavientos. Lamentablemente, el acero volvió a ser su talón de Aquiles. Alargó, quizás innecesariamente, su labor con el cuarto, un toro sin alma, al que quiso sacar lo que no había. A veces el pundonor del torero acaba ahogando su propio triunfo.

David Galván fue el gran damnificado del sorteo. Su lote fue un muro infranqueable. El tercero, siempre a la defensiva, buscó el refugio de las tablas desde el inicio; el quinto, directamente, no se prestó a nada. Ni la técnica ni la voluntad del gaditano fueron suficientes ante dos animales cerrados en banda. Solo queda anotar su entrega y esperar a otra tarde más propicia.

Alejandro Chicharro, que afrontaba la tarde más importante de su joven carrera, encontró un primer toro de confirmación que no le dio facilidades. Lo toreó con intención, buscándole los terrenos, pero sin lograr emocionar al tendido. Falló con los aceros, y eso pesó aún más en una faena que pedía contundencia para dejar huella. Con el sexto, bajo el aguacero, volvió a mostrar actitud, intentando por ambos pitones, pero otra vez el toro negó la gloria. Esta vez sí acertó con la espada, pero ya todo se había diluido entre el viento y la lluvia.

Fue una tarde cuesta arriba, sin ritmo y sin contenido. El público aguantó con paciencia, pero la corrida se vino abajo desde temprano.

Madrid, Plaza de Toros de Las Ventas. Jueves 15 de mayo. Sexto festejo de abono de la Feria de San Isidro. Corrida de toros. Un cuarto de entrada. Se lidiaron toros de José Enrique Fraile de Valdefresno, desiguales de presentación y de escaso juego en conjunto. Predominó la mansedumbre y la falta de raza; solo destacó el segundo, que mostró calidad en la muleta y fue ovacionado en el arrastre.

Paco Ureña: saludos tras aviso y silencio. David Galván: silencio en ambos. Alejandro Chicharro, que confirmaba la alternativa: silencio tras aviso y silencio.