Agonía de la clase media

27, agosto 2022

CATALINA NORIEGA

¿Será posible que la clase media alcance a sobrevivir, sujeta a las presiones actuales? Basta un vistazo para darse cuenta de que no hay dinero que alcance, inmersos en una inflación que nos asfixia.

El regreso a la escuela ha sido como de poner los pelos de punta. Comentaba con unos padres de familia, con niños en edad escolar, el precio de las colegiaturas. Las escuelas de prestigio rondan los 20 mil pesos mensuales y una familia me decía que paga por sus dos niñas -una en kínder y la otra en tercero de primaria- 32 mil pesos.
Las hay más caras y algunas un poco más baratas, pero el mínimo resulta una carga imposible para quien vive de un sueldo fijo, que no se lo están subiendo cada que al interfecto, se le elevan los costos de vida.

Y no solo son las mensualidades que aportan: la inscripción anual, noquea y el precio de los útiles escolares y los uniformes es inconcebible. Por un par de pantalones, de los obligatorios en uno de estos planteles, ¡10 mil pesos!

Al alumnado le exigen cuadernos de todos tamaños y tipos, para que, en el curso escolar solo usen uno -si bien les va- y los demás se queden nuevos. Tienen que llevar colores -de los de más de 24-, lápices, plumones, crayolas, sacapuntas, goma, compás, escuadras, tijeras y muchos otros artefactos “indispensables” para estar en clase.

Qué decir del transporte escolar: mínimo, cuatro mil pesos y eso para que, el alumnito se pase horas en el camión, tenga que levantarse mucho más temprano y regrese a su casa, a la hora casi, de la merienda. Un calvario que, a muchos de ellos les revuelve el estómago.

¿Qué ingreso necesitan unos padres para poder solventar estos gastos? Si pensamos en que se paga renta -la que sube inmisericorde cada doce meses-, o la hipoteca de una casa, que les da un mordisco impresionante a las entradas. Hay que añadir el espeluznante costo de los alimentos, los que representan el mayor índice de la inflación, el pago de la luz, el predial, el gas -día a día más oneroso-, la ropa, el gasto en salud y la dizque “diversión”. ¿Queda algo para ir a un cine, teatro o cualquier otro espectáculo?

Ni pensar en restaurantes. Este renglón es de los que más ha subido y su costo resulta inaccesible para la mayoría. Somos muy dados a gastar más de lo que percibimos y a tener las tarjetas de crédito al tope, pero, el aumento en los intereses devora la posibilidad de manejarlas con equilibrio.

El porcentaje de mexicanos que gana más de 100 mil pesos mensuales es raquítico y esta cantidad apenas y alcanzaría para solventar los gastos. Si le sumamos la tragedia de la incompetencia de la educación oficial, peor. En otros países se manda a los hijos a las escuelas de gobierno y sanseacabó. Aquí se hace cualquier sacrificio antes de arriesgarlos a que salgan sin la mínima preparación para enfrentarse a una carrera profesional.

Encima, se destaza lo que había y se inventa la “escuela mexicana”, batiburrillo que tiene horrorizados a los especialistas. Nadie quiere hijos adoctrinados en una ideología radical, fanática y obsoleta, que les impida su pleno desarrollo.

Cuando se piensa en las penurias por las que estamos pasando se despierta la conciencia de voltear la mirada hacia abajo. ¿Qué están comiendo los pobres y esa millonada que apenas y alcanza a percibir un salario mínimo?

Una crisis deplorable y patética, provocada por la incompetencia de este Régimen. Y hay quien le aplaude.

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