“El arte de comer excremento y sonreír al mismo tiempo”

12, noviembre 2023

FLOR YAÑEZ

La sociedad cada vez se queja más de la “clase política”, incluso, manifiestan abiertamente su desazón y fastidio en contra de ellos y ellas. Como consecuencia, la animadversión de la imagen que se han “ganado” algunos, están produciendo rechazo a sus personas, a sus discursos y decisiones, quitándoles credibilidad. Frecuentemente se les tilda de mentirosos, pero lamentablemente, la sociedad lo tolera. Rara vez una persona dentro de este rubro aceptará que robó, que se equivocó, que manipuló o que las “cosas” le salieron mal. “Antes muerta que sencilla” dirían por ahí. La información que dan es cuidada para no perjudicarse a sí mismos, por ello tienden a omitir, ocultar, tergiversar o contar sólo una parte la verdad. Existe un límite cultural que exige no mentir, pero cuando de política se trata, el engaño está “permitido”.

De las mentiras más populares fue la de Bill Clinton cuando un juez le preguntó si había tenido relaciones “impropias” con Mónica Lewinsky y dijo que no, induciendo a la audiencia a un error. Alguna vez un exgobernador de Chihuahua dijo que la política era “el arte de comer excremento y sonreír al mismo tiempo”. Cuando César Duarte todavía era gobernador de ese estado, fue invitado al programa “Tragaluz” de Latinus, donde afirmó con una gran sonrisa que el estado no estaba endeudado, que siempre daría la cara y que se debía combatir al doble lenguaje de quienes

“a partir de los moches vivían y se daban golpes de pecho”. La verdad es que dejó una deuda de más de 55 mil millones de pesos; luego aparecería la famosa “nómina secreta” para sobornar a otros políticos con recursos públicos (entre las que se encuentran la actual gobernadora de Chihuahua Maru Campos). Actualmente este personaje se encuentra en prisión. A Maru Campos -ya en el cargo-, en el miso programa le preguntaron cómo le había hecho para que la fiscalía desistiera de acusarla de cohecho y con una sonrisa Colgate, contestó que simple y sencillamente no había elementos para vincularla en un delito de cohecho, ni de peculado ni de nada mas. Y no era mentira lo que dijo, porque no había suficientes elementos para vincularla, como dijo, aunque muy probablemente tampoco era verdad que no hubiera recibido ese “moche”.

Digamos que supo omitir la verdad. Y así infinidad de políticos que, ante las preguntas contestan “listillamente” con el arte de la retórica para tergiversar la información. A algunos políticos la gente les llama payasos, y tienen razón, por lo menos etimológicamente. De acuerdo con la RAE, payasos eran personajes de la comedia italiana que se vestían con ropas estrafalarias hecha de la misma tela para recubrir los colchones de paja. La palabra se formó a partir del italiano paglia “paja”. Los franceses en la segunda mitad del siglo XVIII llamaron a ese personaje paillasse, palabra que significaba “bolsa de paja”. Entonces los políticos serían comediantes rellenos de paja y cubiertos con ropas “nice” para dar el “gatazo”.

Un error es pensar que la política es sólo responsabilidad de una “élite” de profesionales en este arte, sin embargo, sin darnos cuenta, todas las personas la hacemos diariamente con cada decisión que tomamos. Lo político se nos da por la necesidad que tenemos de vivir juntos en una sociedad determinada. Todos y todas esperamos continuamente un cambio en la forma de hacer política y de gobernar, pero dejar esa responsabilidad sólo a la “élite destinada a ello” es irresponsable. Los verdaderos cambios políticos deben surgir de la calle, del ciudadano “de a pie” e involucrarnos en las decisiones que nos afectan. Saquemos la paja de los trajes y llenémoslos de contenido interesante. Es tiempo de creer que tenemos el poder de cambiar las cosas y dejar de ser espectadores de otro circo más.

Yanez_flor @Hotmail.com