Realmente se necesita ser un sinvergüenza para negar
el cochinero en la elección de consejeros o congresistas
en Movimiento Regeneración Nacional (Morena).
Mario Delgado Carrillo, líder nacional morenista, reiteró ayer en conferencia,
un día después del proceso más sucio hasta ahora -en siete
años de vida que tiene el partido no se había llevado a cabo- que la
violencia, los jaloneos, las peleas, los batazos, los sillazos y las mentadas
de madre son obra de personas ajenas al partido y que el proceso fue, en
general, limpio, pulcro, claro, transparente.
Las marranadas -sinónimo de cochinero- ocurrieron desde el momento
en que no se cumplió con lo que dicen los estatutos partidistas.
Ahí se ordena que deben llevarse a cabo asambleas y afiliación de
quienes lo deseen para, entonces sí, poder votar.
Las imágenes y los testimonios no dejan lugar a dudas: acarreo de
vecinos, condicionamiento de programas sociales, presión, hostigamiento
y amenazas a quienes reciben dinero regalado del erario -público,
pues, no de la bolsa de Andrés Manuel López Obrador- de que lo
perderán si es que no votan por Morena y no le apoyan.
Así de cínicos.
Y todavía Andrés Manuel se atreve a decir en su mañanera de Palacio
que el proceso en general fue limpio.
-Sabía que me iban a preguntar y por eso traje esto, dijo desde su
lugar mientras tomaba una hoja con las estadísticas.
-Sólo en diecinueve de 553 casillas hubo irregularidades. Apenas el
3.46 por ciento, presumió.
COCHINERO AUTÉNTICO: ACKERMAN
John Ackerman, el esposo de Irma Eréndira, la secretaria de la Función
Pública cesada por no poder comprobar sus casas y propiedades, antes
porrista y hoy crítico, dice que el proceso fue un cochinero auténticamente
y que llevarán a cabo un mitin el 21 de agosto para denunciar lo
que Delgado Carrillo permitió. Fue un ‘votas y te vas’, acusa.
Ricardo Monreal Ávila, coordinador de los senadores de Morena y
presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo), reitera que el
resultado estaba arreglado. Y lamenta que se lleven a cabo esas prácticas
en un partido que dijo ser distinto.
La elección de tres mil consejeros o congresistas que llevó a cabo
Morena -diez por cada uno de los trescientos distritos del país- estuvo
plagada de transas, triquiñuelas y de todo lo que siempre criticaron
cuando eran oposición.
Todo lo que dijo López Obrador que no debe suceder y que atribuyó al
Partido Revolucionario Institucional (PRI), donde militó y al que hasta
compuso su himno, y en general a los partidos neoliberales y adversarios,
sucedió sábado y domingo, los dos días de la elección morenista.
Acarreados, votantes que no sabían ni a qué iban, relleno y quema de
urnas, compra de votos, tamales de chipilín, atole -con el dedo- café,
boing de triangulito, chocolate y más para los que llevaron a votar a favor
de quienes les ordenaron.
Igualito que en la época del PRI, de donde salió la mayoría de los
inmaculados morenistas. O del Partido de la Revolución Democrática
(PRD), su escala rumbo a la gloria. Una reencarnación de esas tribus.
Hoy, Morena está dividido en tribus, en grupos que se dan golpes por
el poder, como en el PRD. Es es la realidad. Eso es lo que le espera a este
país al que casi se acaba el gobierno de Andrés Manuel.
Vámonos:
Qué ridículo de Claudia Sheinbaum en Instagram: cantando -supuestamente-
junto a su pareja. Todo sea por los votos de 2024.
amontoya@ovacom.mx @albermontmex