El libro en la era digital: un artefacto vigente

26, marzo 2023

BORIS BERENZON GORN

La historia de los objetos tiende a ser una carrera de superposiciones donde compiten nuevos que ganan terreno y viejos que se resisten a morir, y que muchas logran subsistir gracias a la valoración de sus aportaciones como representantes de lo mejor de las épocas, de los tiempos que pasan y se convierten en eso que llamamos Historia. Los libros son uno de esos temas que llaman a propios y extraños a especular sobre la muerte, la desaparición del papel y el triunfo de las pantallas. El asunto no se agota, resurge una y otra vez y ocupa copiosas entradas en las redes sociales mientras que, al mismo tiempo, las industrias editoriales crecen y se revitalizan.

Las hibridaciones son comunes en términos de literatura: la realidad virtual y aumentada ha generado metáforas y subtextos que de otra manera quizá podrían parecer imposibles para la naturaleza del papel impreso que ha definido al libro por siglos. Aunque al parecer, el uso de estas tecnologías en el mundo editorial es más popular dentro de la literatura infantil que en otros géneros, es interesante analizar la hibridación de soportes como una posibilidad para todo tipo de obras, sobre todo porque conjugan el libro/objeto con las experiencias del mundo digital que, por definición, tienden a ser perecederas e impermanentes.

Los libros que incluyen realidad aumentada y virtual no desvirtúan la relación del lector con la presentación tradicional y lineal de la obra, pues presentan al texto de forma que pueda ser leído de manera independiente, sin recurrir al contenido virtual. Al mismo tiempo, se incluyen hipervínculos que conducen a presentaciones externas—en general el libro viene acompañado de una aplicación móvil—y trazan textos paralelos que permiten complementar, profundizar, dar sentido y dialogar con la obra escrita, incrementando sus opciones de lectura e intertextualidad. Dichas creaciones no desplazan ni sustituye al libro/objeto, sino que ratifican su existencia. Gracias a las herramientas multimedia como música, realidad aumentada, animación, video, entre otros recursos, la lectura de textos clásicos puede convertirse en un proceso divertido y creativo.

Esta conjunción tiene un enorme potencial para la literatura: en primer lugar, permite diversificar el orden y las prioridades de lectura, generando maneras diversas de comprender y vencer la narrativa lineal. En segundo lugar, posibilita transmitir emociones, ideas y sensaciones a través de lenguajes variados para codificar y decodificar mensajes de manera particular, pues la música, la imagen y el movimiento constituyen mensajes propios que conectan ideas y emociones. Asimismo, los discursos multimedia se relacionan entre sí a voluntad del lector, pues dialogan de forma paralela y perpendicular con el texto escrito, apuestan por la recepción y la interpretación del mensaje y, de forma parecida a la poesía hipertextual, alteran el orden tradicional de la lectura enriqueciendo las posibilidades de comprensión y construyendo historias variadas.

El mundo digital parece un trampolín para el libro/objeto, así está ocurriendo en las redes sociales. Como lo hemos señalado en otras ocasiones los llamados booktubers están teniendo un impacto importante entre las poblaciones jóvenes, incentivando la compra y venta de libros físicos, la lectura de textos de interés general y, contrario a lo que podría pensarse, un revival de los textos clásicos que son constantemente reencontrados y siguen manifestando su valor cultural y estético a través de las generaciones. Lo que es un hecho, es que los modelos de lectura se están diversificando, leer en la era digital, implica también explorar, saltar vínculos, reproducir material multimedia, exponer comentarios en la Web 2.0. Es decir, surgen procesos comunicativos que no existían anteriormente y que enriquecen la experiencia lectora, manteniendo al libro como un artefacto vigente.