El poder de la oración

28, agosto 2022

FELIPE ARIZMENDI

Obispo Emérito de SCLC

MIRAR

El 27 de marzo de 2020, cuando arreciaba la pandemia por el COVID19, el Papa Francisco hizo una oración en la Plaza de San Pedro, en nombre de toda la Iglesia y la humanidad, pidiendo a Dios que cesara ese mal y el mundo se viera libre de sus devastadores efectos.

¿Sirvió la oración del Papa, y de toda la comunidad eclesial con él? Pareciera que no, porque los contagios se aceleraron y las muertes aumentaron en todas partes.

Entonces, ¿sirve orar? Claro que sirve, y mucho, porque se fueron descubriendo las necesarias vacunas en un tiempo relativamente breve, y hoy se tiene ya bastante control sobre el virus.

Alguien se puede preguntar por qué Dios no actuó de inmediato, librándonos de ese mal. La respuesta es que Dios no quiere actuar sin nosotros.

El no es un mago que, como con una varita mágica, domina y controla todo.

Nos ha hecho a su imagen y semejanza, para que nosotros actuemos junto con El.

Sirve orar, pero Dios no quiere hacer nada sin nosotros, aunque lo puede hacer, y muchas veces actúa El solo, como en los milagros inexplicables que acontecen diariamente.

Hay personas que no quieren vacunarse, y países con pocos recursos para ofrecer las vacunas a toda la población, y Dios respeta estos procesos.

Pedimos que nos dé el pan de cada día; pero si no trabajamos, no tenemos derecho a comer. Dios da de comer a los pajarillos, pero no en el nido; tienen que salir temprano a buscar su alimento y no mueren de hambre.

De ordinario, Dios no actúa si nosotros no hacemos lo que nos toca. Somos su imagen, no monigotes que El maneje a su arbitrio; somos personas, con muchas capacidades, que debemos desarrollar para colaborar en la obra de la creación y de la renovación integral de los seres humanos y de la casa común.

Hacemos oración por la paz y la tranquilidad social en nuestra patria, pero al mismo tiempo procuramos exponer ante nuestras autoridades los dolores de nuestro pueblo, aunque algunas nos respondan con ofensas y descalificaciones, con su orgullo prepotente.

Además de hablar, insistimos en la educación familiar y escolar hacia la paz social; procuramos atender esta prioridad en la pastoral parroquial y diocesana, y sobre todo atender a las víctimas. No sólo rezamos; también actuamos, pues Dios nos necesita como artesanos de la paz.

A veces pedimos a Dios que un familiar o amigo se recupere de su enfermedad, y sin embargo fallece. ¿Es que no sirve orar? Sirve, y mucho, pero Dios tiene sus caminos misteriosos, siempre en beneficio nuestro, aunque no siempre lo comprendemos.

Jesús oraba intensamente para no sufrir la muerte, y Dios Padre no lo dejó en el sepulcro.

Dios tiene sus caminos, inexplicables muchas veces, pero nunca podemos dudar de su amor misericordioso.

DISCERNIR

El Papa Francisco, en la última de sus 38 catequesis semanales sobre la oración, nos dijo:  La oración de Jesús es intensa, la oración de Jesús es única y se convierte también en el modelo de nuestra oración. Incluso en el más doloroso de nuestros sufrimientos, nunca estamos solos. La oración de Jesús está con nosotros. Con la oración y con la vida, no nos queda más que tener valentía, esperanza, y con esta valentía y esperanza sentir fuerte la oración de Jesús e ir adelante”.

ACTUAR

Tengamos confianza en la oración, ante todo para alabar y dar gracias a Dios por tantas bondades que nos concede; pero también para suplicar por nosotros mismos, por nuestras familias, por la paz y por el bienestar de toda la comunidad, siempre dispuestos a que se haga la voluntad de Dios, que es lo mejor para nuestra vida.