RICARDO MONREAL
Desde hace algún tiempo que no se escuchaba en nuestro país la expresión “tren de pasajeros”. En 1995, año en el cual se sustituyó el régimen de participación exclusiva del Estado en los ferrocarriles, a fin de permitir la participación privada en el sector mediante el otorgamiento de concesiones, prácticamente se canceló el servicio de traslado de viajantes.
Es sabido que el ferrocarril ha desempeñado un papel socioeconómico muy importante desde su nacimiento en el mundo en 1769.
El México fue decisivo para el desarrollo del país a finales del siglo XIX y principios del XX, ya que alentó la integración del territorio nacional, redujo las distancias y facilitó el traslado de mercaderías y de personas. Asimismo, fue propicio para el transporte de recursos naturales y su explotación en zonas apartadas del país, benefició la agricultura y la minería, y favoreció el asentamiento de nuevas poblaciones.
Cabe recordar que hace 150 años el presidente Benito Juárez inició la instalación del primer ferrocarril de pasajeros en nuestro país, la cual concluyó tiempo después el también mandatario Sebastián Lerdo de Tejada, de México a Veracruz. Posteriormente, el entramado ferroviario comenzó a conectar el territorio nacional con distintos mercados internacionales, fundamentalmente con Estados Unidos.
Y no se puede soslayar la gran importancia del transporte ferroviario para hacer posible la Revolución mexicana, pues permitió, entre otros factores, la movilización de tropas rebeldes como, por ejemplo, las representadas por los constitucionalistas.
Sin embargo, la red ferroviaria también se deterioró a causa del mismo movimiento armado, y su reconstrucción requirió de importantes inversiones que provinieron de capital extranjero.
En 1937, por considerarla parte de una industria estratégica, el presidente Lázaro Cárdenas decidió nacionalizar la empresa Ferrocarriles Nacionales de México, S. A., creada en 1908, la cual había fusionado diferentes capitales, en su mayoría foráneos. Uno de los objetivos más importantes de tal acción era suprimir todo propósito lucrativo y proporcionar un servicio eficaz, además de ampliar el tendido de vías férreas, lo cual no se había conseguido en años anteriores.
Algunas de las rutas que formaron parte de la nacionalización fueron Ciudad de México-Veracruz; México-Querétaro; Ciudad de México-San Luis Potosí-Monterrey, entre otras.
En la actualidad, el presidente López Obrador se propuso impulsar nuevamente la implementación del ferrocarril de pasajeros, con el objetivo de mejorar la calidad de vida, el bienestar y la movilidad de las personas.
Para ello, el Ejecutivo mexicano expidió un decreto que declaró área prioritaria para el desarrollo nacional la prestación del servicio público de transporte ferroviario de pasajeros en el Sistema Ferroviario Mexicano.
En tal sentido, invitó a los concesionarios del servicio público de transporte ferroviario de carga a presentar proyectos para la implementación del servicio. Si dichos concesionarios no presentaran propuestas viables en términos de inversión, de tiempo de construcción, de modernización de vías para otorgar el servicio de pasajeros o no manifiesten su interés y aceptación a más tardar el 15 de enero de 2024, el Gobierno de México podrá otorgar títulos de asignación a la Secretaría de la Defensa Nacional, a la Secretaría de Marina o, en su caso, a particulares que sí hagan planteamientos para prestar dicho servicio en términos de la Ley Reglamentaria del Servicio Ferroviario y su Reglamento.
Algunas de las rutas que serán concesionadas por parte del Gobierno federal para este propósito son: Tren México-Veracruz-Coatzacoalcos; Tren Interurbano AIFA-Pachuca; Tren México-Querétaro-León-Aguascalientes, y Tren Manzanillo-Colima-Guadalajara-Irapuato.
El regreso del tren de pasajeros no es ni será una casualidad, sino una decisión histórica basada en la necesidad de seguir brindando al pueblo de México desarrollo, bienestar, conectividad y movilidad a lo largo y ancho del territorio nacional.
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