RICARDO MONREAL
La infraestructura pública de un país es un elemento clave para su desarrollo en los ámbitos social y económico. Lo realizado al respecto durante este quinquenio ha superado todas las expectativas, tomando además en cuenta que en más de 35 años de régimen neoliberal se desdeñó la inversión pública. Pero no sólo eso: la infraestructura u obras públicas de la actual administración federal se llevaron a cabo en un contexto de pandemia y de guerra en Ucrania.
En efecto, por un lado, los Gobiernos neoliberales no invirtieron en obras en beneficio del pueblo. El Gobierno era una oficina para entregar contratos y concesiones que favorecían a particulares, como ha resaltado el presidente López Obrador. Por otro lado, durante la pandemia creció la inflación y se afectaron las cadenas de suministro, sin soslayar que por la guerra en Ucrania se incrementaron los precios de los energéticos a nivel mundial, lo cual impactó en el costo de las mercaderías.
Actualmente en México, conscientes de la necesidad de nuevas oportunidades de desarrollo y crecimiento con proyectos de construcción, modernización y ampliación de infraestructura pública en materia ferroviaria, aérea y petrolera, entre otras, se realizan obras que favorecen a la sociedad. En 2018, la inversión pública fue de 500 mil millones de pesos, mientras que en 2023 alcanza hasta ahora un billón de pesos.
Ejemplo representativo de estas obras es el Tren Maya, con 1,525 kilómetros de vías férreas que interconectarán las ciudades y principales zonas turísticas de los estados de Tabasco, Chiapas, Campeche, Yucatán y Quintana Roo, para impulsar el desarrollo de la región, generar derrama económica y promover el traslado de pasajeros y mercancías. Su inauguración está prevista para el 1 de diciembre próximo.
Otra obra emblemática de carácter público es el Corredor Interoceánico del Istmo de Tehuantepec, que unirá los puertos de Coatzacoalcos, Veracruz, y de Salina Cruz, Oaxaca, por medio también de vía férrea y tren. Con este proyecto se busca que, a través de Programa Istmo, se generen 550 mil empleos y se incremente 16 veces el potencial de la región hacia 2050.
A esas dos obras se suma el Aeropuerto Internacional Felipe Ángeles (AIFA), inaugurado en marzo de 2022, y que, a junio de 2023, ya había recibido a 2.3 millones de personas usuarias. El AIFA está descongestionando el tráfico aéreo que padece el Aeropuerto Internacional Benito Juárez Ciudad de México, además de proporcionar a la ciudadanía un puerto aéreo con los más altos estándares de calidad, funcionalidad y seguridad.
No es casualidad que la semana pasada le haya sido devuelta a México, por parte de la Administración Federal de Aviación de Estados Unidos, la categoría 1 de seguridad aérea, después de que esa dependencia mantuviese a nuestro país en nivel de seguridad 2 desde mayo de 2021.
La refinería de Dos Bocas es otra obra de infraestructura de enorme importancia, que nos permitirá encaminarnos a la soberanía energética del país, mientras se avanza, en forma progresiva y planificada, hacia las energías renovables.
La refinería estará produciendo, a finales de este año, un promedio de 290 mil barriles diarios de gasolinas, mientras que en 2024 serán 306 mil barriles de petróleo cada día.
Por otra parte, la creación de la nueva aerolínea comercial de participación mayoritaria estatal representa un esfuerzo significativo del Gobierno federal para ofrecer a las y los mexicanos un servicio de aviación sin fines de lucro y que genere competencia dentro del sector. Bajo la operación de la Secretaría de la Defensa Nacional, la nueva línea aérea ofrecerá vuelos de carga, así como a distintos destinos nacionales e internacionales.
Sin duda, la infraestructura para el desarrollo es una realidad en el gobierno de la Cuarta Transformación. Esto no hubiera sido posible sin la voluntad del pueblo que lo apoya y retroalimenta, así como sin la determinación de nuestro movimiento. Mantengamos este círculo virtuoso, por el bien de todas y de todos, pero principalmente por quienes más lo necesitan.
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