La crisis que no se lee, ni se escribe

29, agosto 2022

GABY SALIDO

Aunque el sector educativo es de las áreas con mayor rezago desde el año 2020, también es de los sectores olvidados en la política social actual.

Mientras el Instituto Mexicano para la Competitividad señala consecuencias negativas al no priorizar la educación en las políticas públicas, el Gobierno prefiere ignorar esta realidad.

Sin darnos cuenta, son casi 2 años y medio desde el decreto de alerta sanitaria por Covid-19 en nuestro país, deteniendo actividades laborales, escolares y de recreación; hasta incorporar medios digitales en la “nueva normalidad”.

Lamentablemente no todos los sectores avanzaron al mismo ritmo, aunque millones de personas usaron equipos tecnológicos y plataformas digitales para sus actividades, la brecha tecnológica limitó de manera importante el acceso a esta forma de vivir.

Durante 50 años consecutivos, hubo disminución del analfabetismo en todo el país; pues de acuerdo con el INEGI, 25.8 % de la población no sabía leer ni escribir en 1970, y sólo al 4.7 % para 2020.

Ahora enfrentaremos un nuevo reto por el rezago educativo, la fata de habilidades y capacitación de estudiantes que actualmente cursan la educación básica o media superior y perdieron años escolares por la pandemia.

Hubiéramos esperado que el proyecto de Plan General de Desarrollo de la CDMX -hoy en consulta- contemplara programas y acciones para hacer frente al impacto de la pandemia no sólo en el sector inmobiliario, también en el educativo; sin embargo no se habla de esta generación de estudiantes afectados, o las consecuencias y repercusiones a futuro.

Inactividad escolar, dificultades para adaptarse a la modalidad virtual de aprendizaje, limitantes personales y la brecha tecnológica son factores que afectarán en el futuro; pues se estima que los trabajadores no tendrán empleos bien pagados, perdiendo en promedio 8% de su ingreso anual, lo anterior de acuerdo con datos del Banco Mundial

Expertos concluyen que el rezago educativo agravará la situación económica, pues esta generación que cursa educación básica o media superior, tendrá menor capacitación y formación que antes de la pandemia; en consecuencia, menos oportunidades laborales que afectarán la economía nacional.

Por si sola esta situación es grave, y de no atenderla, se estima que en 80 años el impacto será 36% mayor al gastó en el Presupuesto de Egresos de 2019, dejando de producir casi el 1.7% del PIB anualmente.

A pesar de esos datos poco alentadores, la apuesta del Gobierno CDMX es producir vivienda e impulsar al sector inmobiliario. A pesar de señalar como objetivo disminuir el rezago educativo, no fija metas para cumplirlo y ningún programa propuesto tiene como fin recuperar los dos años educativos perdidos por covid-19.

La propuesta del Gobierno Federal es igual de omisa, no hay un sólo mecanismo que garantice a los estudiantes obtener los conocimientos y desarrollar las habilidades que no lograron durante la pandemia, destinando al país a un rezago a nivel mundial en esta materia. ¿Cómo anillo al
dedo?

La apuesta presidencial es una “reforma estructural” para borrar la reforma del sexenio pasado y atender situaciones de los docentes; pero no plantea el menor de los esfuerzos o la menor de las intenciones por impulsar el aprendizaje de lo que hoy se ha perdido en los ciclos escolares.

Es inverosímil que la planeación a 20 años, no prevea mejor condición laboral y económica para esta generación; pues con menor ingreso no habrá oportunidad de

comprar una sola de las millones de viviendas que se construirán en toda la CDMX según el Instituto de Planeación. ¿Especulación inmobiliaria?

Mientras tanto, la autoridad ve para otro lado intentando ignorar este problema, a ver si pasa desapercibida la realidad social y el futuro de los mexicanos.