RICARDO MONREAL
Del 28 al 30 de septiembre pasado se llevó a cabo la Conferencia Mundial de la UNESCO sobre Políticas Culturales y Desarrollo Sostenible (MONDIACULT 2022).
Es la segunda ocasión que tiene lugar tan importante evento, ya que la primera vez se realizó precisamente en México en 1982, es decir, hace 40 años.
Durante estas cuatro décadas, el debate en torno a la cultura ha sido positivo; se amplió su definición, integrando tanto al patrimonio material como al inmaterial, y se enfatizó el papel de la cultura como detonador económico de desarrollo y de integración entre sociedades. En este sentido, la Conferencia reafirmó la importancia de la cultura, de sus exponentes y de las industrias creativas.
Durante tres días se abordaron diversas temáticas y desafíos: que la cultura sea considerada un bien público mundial; que se incluya a ésta dentro de los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS); el combate al tráfico ilícito de bienes culturales y su restitución; la vulnerabilidad de profesionales de la cultura, que se incrementó durante la crisis derivada de la pandemia; buscar una relación digital justa con la cultura, a partir del nacimiento de nuevas plataformas y avances tecnológicos, para que no solamente el mercado se encargue de este bien común, y la posibilidad de abordar estrategias, desde la cultura, para detener la crisis climática, entre otros.
De tales temas y discusiones se desprenden algunas reflexiones: la consideración de la cultura como bien público mundial resulta vital para que ésta no sea objeto de apropiación de intereses económicos, discriminatorios, políticos, hegemónicos o de otra índole.
Asimismo, la posibilidad de ubicar un objetivo de desarrollo sostenible exclusivo para la cultura dentro de la Agenda 2030 de la ONU, lo que hace exponencial la transversalidad de aquélla como herramienta indispensable para fortalecer el desarrollo, la paz, la democracia y la inclusión.
Uno de los temas apremiantes para México fue lo relacionado con el tráfico de bienes culturales, fenómeno que es combatido por diversos países, incluido el nuestro, que promueve la campaña “Mi patrimonio no se vende”, con la cual se busca defender y proteger el legado ancestral nacional, así como recuperar la memoria histórica del pueblo.
Es decir, en cada una de las mesas temáticas de esta conferencia mundial en torno a la cultura, así como durante los diez meses previos de reuniones regionales, se recogieron problemáticas, retos y posibles soluciones, lo que se constató en la aprobación por aclamación de la Declaración Final de MONDIACULT 2022.
El documento final asienta que la cultura es un bien público universal; que los Estados se comprometen a fomentar un entorno propicio para el ejercicio de los derechos humanos, en particular los derechos culturales; se aboga por anclar sistemáticamente la cultura en las políticas públicas internacionales y nacionales; se reconoce la función de ésta para la acción climática, especialmente mediante los sistemas de conocimientos tradicionales e indígenas; se reitera el compromiso de luchar contra el tráfico ilícito de bienes culturales; se alienta a fomentar una cooperación eficaz y estrecha con los agentes del mercado del arte, y se insta al secretario general de la ONU a que integre a la cultura como un objetivo en sí mismo en la agenda para el desarrollo más allá de 2030, entre otras acciones.
La declaración de MONDIACULT 2022 sin duda representa un impulso significativo a la gestión cultural en todos sus rubros. Ahora corresponde a los gestores de políticas públicas y de marcos legislativos responder de conformidad con lo acordado, para que la cultura ocupe el lugar que se merece en las políticas públicas y en la cooperación internacional, con miras a construir sociedades inclusivas, equitativas, innovadoras y resilientes.
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