¿Viviremos en un mundo sin papel? La hegemonía de las pantallas

5, febrero 2023

A Alberto Mimenza Alvarado, con mi amistad y gratitud. 

BORIS BERENZON G.

Con el crecimiento de las tecnologías de la información, tener una conexión a la red es cada vez menos costoso—al menos en comparación con las décadas anteriores—y también se han abaratado los dispositivos de los que, al menos en nuestro país, ya hay para todos los presupuestos. Si bien, la brecha digital no se ha erradicado y afecta, como siempre, a las poblaciones más marginadas reproduciendo las desigualdades económicas; cuando menos podríamos afirmar que acceder a un dispositivo con acceso a internet es asequible para la mayoría de las familias del país.

En pasado para estar conectados a internet la mejor manera de hacerlo era contar con una computadora de escritorio y una red LAN, pero hoy en día basta con un móvil con acceso a Wifi o datos celulares, por lo que, aunque no todas las actividades de un ordenador se pueden realizar en un teléfono móvil, por lo menos si este es demasiado simple, sí es posible llevar a cabo tareas indispensables como consultar el correo electrónico, acceder a las principales redes sociales, mensajear, conectarse a videoconferencias o efectuar búsquedas por medio de navegadores Web.

Diversos programas gubernamentales en México y el mundo se han ocupado de dotar a estudiantes y profesores de dispositivos, ya sea de computadoras o tabletas, donde pueden llevar a cabo las actividades necesarias para la educación. En este panorama, es natural que nos preguntemos sobre si prescindiremos por completo del papel llegado el momento, tanto en lo que se refiere a los materiales de lectura como de organización, transmisión de información local, documentación oficial y presentación de contenidos donde, dicho sea de paso, el formato multimedia viene ganando terreno.

Y es que el papel parece cada vez menos funcional. Una de las razones es que genera costos de producción y gasto de recursos naturales, incluso con las iniciativas que se han presentado para implementar el reciclaje en la iniciativa privada y la administración pública. El papel, además es más frágil y susceptible de pérdida parcial o total, así que tratándose de documentos oficiales, el papel resulta poco práctico y exige condiciones de cuidado específicas, con el agregado de que si el documento desaparece debe ser forzosamente reemplazado por otro. En nuestro país ya se llevan a cabo varios trámites que generan documentos digitales, se cuenta con la e-firma y todo parece indicar que esta tendencia seguirá implementándose.

El peso físico del papel es otro factor para considerar, tanto en el transporte y sus costos como en la salud de las infancias. Los alumnos pueden consultar sus materiales en un solo lugar, hacer las copias necesarias, trabajar en ellos y consultarlos en cualquier parte sin necesidad de cargar una mochila de diez kilogramos. Además, resalta el ahorro que una pantalla representa a la larga tanto en libros de texto, como en cuadernos y libros de trabajo. En algunas instituciones de educación privada el cambio es ya casi definitivo, aunque en la educación pública se ha desarrollado de manera más paulatina. 

También se están popularizando los e-readers de tinta líquida específicamente diseñados para la acción lectora, cuya batería dura por días y que protegen la vista del usuario en comparación con los dispositivos que producen luz azul. A la par, la existencia física de artefactos que fueron representativos durante el siglo XX disminuye. El uso de directorios telefónicos, agendas, diarios, revistas, álbumes fotográficos o mapas se ha mudado a las aplicaciones y aunque hay algunos nostálgicos que se resisten al cambio, muchas otras personas, en especial jóvenes, no creen que sea útil usar papel en estas actividades.

En este panorama podría parecer que el papel se está volviendo poco práctico e impopular. Pero la historia de los objetos es siempre más compleja de lo que parece, pues paradójicamente tomar e imprimir fotografías con cámaras clásicas es una moda entre los jóvenes y los booktubers han dado un revival a la industria editorial en los últimos años. El papel no sabe si saldrá de escena, pero por ahora pide a sus haters #QueSoporten